Cada vez que me piden hablar o escribir un artículo sobre Compliance, busco la oportunidad de contar esta anécdota: entré a Bayer en el 2011 como Head de Legal y Compliance en Venezuela, el único país de la región andina que en ese momento no contaba con un abogado ni Compliance Officer in-house. Llegó el emocionante primer día de trabajo, en el que tenía reuniones con cada una de las cabezas de los negocios de Bayer en Venezuela. En ese momento, la empresa estaba en un buen momento y competía cabeza a cabeza con los demás países de la región andina, incluyendo Colombia. La última reunión del día era con el líder del negocio de Farma, el más importante por mucho en términos de ventas en el país. Entré a la oficina, me presenté y antes de poder explicar los planes que tenía y lo emocionado que estaba de haber entrado en la compañía, escucho la siguiente frase: “García, usted y eso que llama Compliance va a acabar con el negocio”. Ese día en la noche, no podía dormir pensado que yo y lo que hacía, iba a acabar con el negocio más importante de la empresa que recientemente me había contratado.
Como dije, siempre trato de contar esta anécdota poque me permite también contar cómo ha sido la evolución positiva, que al menos en Bayer hemos experimentado, hacia lo que tenemos y entendemos hoy como Compliance. Los primeros años fueron duros porque ni siquiera nosotros mismos entendíamos bien lo que era Compliance y mucho menos cómo podíamos realmente transformarnos en esa quimera llamada “Business partners”. Sin embargo, como en todo proceso de evolución, fuimos avanzando poco a poco hacia nuestro objetivo: proteger y ayudar al negocio desde nuestra área de expertise.
El mayor cambio hacia Compliance no vino de nosotros, sino del propio negocio que muchas veces nos percibía como el policía malo o la piedra de traba para los negocios. Recuerdo perfectamente un comunicado a toda la compañía del CEO Global que decía que no importaba lo bueno que sea un negocio para Bayer, si el hacerlo implica una violación a una ley, código, política interna, etc. Un mensaje tan sencillo, pero a la vez tan poderoso nos abrió una puerta inmensa y cambió la forma de cómo el negocio nos percibía y cómo nosotros nos acercábamos a ellos. No todo cambió de la noche a la mañana, fueron muchos años de seguir evolucionando y entendiendo cuál era el rol que debíamos jugar desde Compliance.
Lo primero que hay que entender es que, en una compañía, a diferencia de una firma de abogados, el negocio no es generar opiniones legales de decenas de páginas ni firmar la mayor cantidad de contratos, el negocio en mi caso era producir medicamentos que salven vidas o le den mejor calidad de vida a los pacientes. Al entender esto, que luce sencillo, pero no lo es, se da el primer paso hacia la dirección correcta de construir una relación de ganar-ganar con el negocio.
Ser compliant evita ser objeto de millonarias multas y daños a la reputación y marca”.
Quedarse ahí no era suficiente, el negocio ve lo que cuesta tener un departamento legal y de Compliance en cualquier compañía y quiere ver también resultados, no solo escuchar frases trilladas. ¿Qué hicimos? Tratamos de identificar, con hechos y números, el aporte y beneficio tangible que Compliance generaba al negocio. Evidentemente un área de Compliance no genera ventas, pero sin lugar a duda, ser una empresa ética y compliant vende.
Solo hace falta mirar a los lados y ver cómo empresas competidoras y de otros sectores pagan las consecuencias de no haber hecho negocios de manera ética y cuando digo pagar, me refiero a multas millonarias, pérdida de credibilidad y, peor aún, daños irreparables al asset más importante que una compañía tiene: su reputación. Ser compliant paga, y no me refiero a tener un batallón de abogados o decir que se tiene al mejor equipo de Compliance de toda la industria; una empresa es ética no porque tiene el mejor departamento de legal y Compliance, sino porque la mayoría de sus empleados están convencidos de que esa es la mejor forma de hacer negocios y que es una ventaja competitiva extraordinaria.
En este punto de la evolución de Compliance puedo decir que tenemos un producto que genera incalculables beneficios a la empresa, sin importar su tamaño. Ser compliant evita ser objeto de millonarias multas y daños a la reputación y marca; abre puertas de negocios en licitaciones públicas y privadas; atrae y retiene talento humano; y genera un lazo fuerte con los consumidores/clientes que ni la mejor campaña de marketing puede lograr.
Mi mensaje final es que vean a Compliance como un producto más en el portafolio de la compañía y que se sientan orgullosos de ese producto y reconozcan los beneficios tangibles que trae, porque si Compliance les parece caro, intenten con ser non-compliant.
Por: Héctor García Corredor | Operational Manager LPCX LATAM & Canada en Bayer