La integridad: el nuevo pasaporte de las empresas a un mundo de oportunidades

En la actualidad, para las empresas contar con una cultura corporativa basada en integridad, representa la puerta de entrada a un mundo de oportunidades por descubrir.

La integridad no solamente asegura la sostenibilidad a través del tiempo, pues también tiene un efecto transformador que determina el punto de partida para un mejor y más grande crecimiento de la empresa en la industria que ocupe y la geoposición que pretenda.

Si bien es cierto, las empresas nacen y se desarrollan con la finalidad de obtención de rendimientos económicos por sus actividades productivas o de servicios. Esto se logra hasta que los valores y principios que la caracterizaron desde sus cimientos se vean reflejados en la cultura corporativa, la cual no podrá sobrepasar cualquier reto financiero, reputacional o legal que se le pueda presentar y, por lo tanto, romper la estadística que solo el 70% de las empresas sobreviven de una primera generación a la siguiente.

Hoy, la ética e integridad son el pasaporte requerido en el mundo de los negocios. Pero ¿qué significa contar con ética e integridad en las organizaciones? Supone contar con una cultura corporativa efectivamente relacionada con los valores de la empresa y la sociedad, siendo el compromiso individual de cada colaborador y grupos de interés, pieza clave para lograrla. Una cultura corporativa significa que, sin importar cuál sea la posición o influencia de la persona dentro de la empresa, siempre velará por el cumplimiento de aquello que merece la pena proteger: la integridad.

La integridad es un elemento esencial para todo aquel que forma parte de una organización, en el sentido más básico del ser humano, un sentimiento de orgullo y pertenencia. Esto tiene un efecto transformador en la cultura corporativa de cualquier organización. Aquel que perciba la presencia de integridad y un desarrollo empresarial ético en la empresa en la cual labora o con la cual se relacione, trabajará para que perdure y, por lo tanto, fiscalizará todo aquello que represente una actividad que lo contradiga. La cultura de valores es un elemento que, por su naturaleza, hace que se convierta en parte esencial y, por lo tanto, sea casi imposible eliminar en el día a día de la persona que así lo entiende y comparte.


Contar con una cultura de integridad, para la empresa representa oportunidades basadas en ciertos ejes: atracción de un mercado, confianza de socios comerciales a nivel global y reducción de cualquier riesgo relacionado con incumplimientos o malas prácticas corporativas, que tienen como consecuencia, efectos reputacionales, legales o corporativos.

En cuanto a la atracción del mercado, el consumidor final cada día está más consciente sobre el producto y servicio que adquiere y cuando hablamos de conciencia nos referimos a una social. Hoy, el consumidor prefiere adquirir productos o servicios de empresas que estén comprometidas con la integridad y que en general, sean socialmente responsables con sus colaboradores y el entorno en donde se desarrolla.

La integridad como valor básico de las empresas es la puerta de entrada y permanencia de más y mejores negocios que perduran en el tiempo. La confianza de socios comerciales responde a una presión legal mundial de toda la regulación relacionada con la lucha contra el fraude y la corrupción en todas sus formas. La normativa internacional de la materia tiene carácter extraterritorial y, por lo tanto, obliga a las empresas de dichas jurisdicciones (Estados Unidos y Europa, y ahora China, con su nueva regulación anticorrupción) a exigir a sus socios comerciales la implementación de programas de cumplimiento e integridad. De lo contrario, supone un gran riesgo económico, reputacional y legal. Por lo tanto, existe, desde hace varios años, un incremento a la exigencia de contar con culturas corporativas basadas en integridad que sean capaces de probarla.

La mitigación de riesgos reputacionales, legales o corporativos, están en la agenda de cualquier director o gerente que comprende los alcances que estos riesgos pueden representar para su organización si se llegan a materializar. La cultura de integridad es la medida de prevención y mitigación de dichos riesgos y su aplicación está probada a nivel mundial.

Las empresas requieren de un nuevo pasaporte para lograr sus metas de crecimiento y penetración en nuevos mercados: la integridad, la cual abre las puertas de más y mejores negocios en todos los ámbitos y regiones.

Por: Paola de la Torre | Socia y directora de Valorum – Ethikos Global y vicepresidente de World Compliance Association

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