Está comprometido con la calidad consistente en cada taza de Café León, que llega a las manos de sus consumidores.
De niño, Arturo Rodríguez Hevia, gustaba de jugar con sus amigos sobre los sacos de café que su padre almacenaba en la parte trasera de su casa; así inició a correr café por sus venas, tal cual como él describe la pasión que día a día lo mueve a dirigir la empresa de su familia.
Café León, fue fundado en 1938 por su tío abuelo Salvador León y en la década de 1070 el padre de Rodríguez, compró la empresa y fue ahí donde Arturo dio rienda suelta a su amor por el café y desde entonces le ha tocado atravesar las planicies y quebradas de los precios de este producto, que en ocasiones han descendido estrepitosamente del cielo al piso.
Arturo, quien conforma la tercera generación de la marca, aprendió de su padre, Salvador Rodríguez León, el esfuerzo, el trabajo duro y a cumplir lo prometido.
“Por méritos propios, fui ganando la confianza de mi papá para ponerme en puestos más altos, hasta ocupar la gerencia y dirección general”, dijo el industrial, quien abrió las puertas de su oficina al equipo de Revista Industria & Negocios y con su característica sonrisa, recordó que empezó en Café León siendo “empleado B, de ve por esto, ve hacer aquello, ve a traer lo otro”, hasta que llegó a ocupar la gerencia y ahora la dirección general.
CON VOCACIÓN DE CATADOR
Sus años de experiencia lo han llevado a ser un gran catador de esta bebida tradicional y en compañía de Carlos Batz Batz, un colaborador que tiene 40 años de trabajar en Café León, hace catación de control de calidad en un laboratorio con el que cuentan.
“Aprendimos a catar, como fuimos aprendiendo a tostar café. Esta parte de nuestra Industria no es un trabajo, es de verdad un gusto”, expresó el entrevistado, quien realmente tiene vocación por esta actividad, a la que describe como “fascinante”.
«La forma de tostar el café, los tiempos que se le dan y el calor que se le da en cada momento al tueste, hace que el café sepa bien o mejor y que de verdad se le saquen unos sabores impresionantemente diferentes», agregó.
CALIDAD CONSISTENTE
Valiéndose de sus dotes de empresario, Arturo logró diversificar la marca en una gran variedad de productos, todos comprometidos con la calidad consistente. Según el ejecutivo en el café, por ser netamente natural, es muy difícil mantener.
De acuerdo con Rodríguez, la estrategia tiene que ver con algo que financieramente es una locura: se trata de tener en bodega el café necesario para varios meses continuos, lo que les garantiza que durante todos esos meses la calidad del producto no va a variar y les da tiempo suficiente para que, durante ese mismo tiempo, vayan consiguiendo el fruto para que la siguiente mezcla o blend y que el sabor se mantenga.
“No es financieramente lo mejor, pero en temas de calidad, sí es la mejor forma de hacerlo”, añadió.
PIONERO
Desde el inicio, la empresa hizo unos cafés que de alguna forma eran tan buenos como los mejores o mejores que la mayoría, recordó Rodríguez, sin embargo, fue hasta en la década de 1990 que los guatemaltecos tuvieron la oportunidad de probarlos, pues anteriormente llegaba a su mesa no necesariamente el mejor café, porque este era exportado.
“Solo ciertas personas podían hacerlo, ya sea porque viajaban o tenían acceso a una finca”, explicó.
Café León incursionó introduciendo las regiones de café en Guatemala, un trabajo que, a criterio del industrial, fue bien hecho por la Asociación Nacional del Café (Anacafé), el de reconocer el sabor de los territorios del país como único, sin embargo, se dedicaron a que el mundo lo conociera.
Por lo que, Rodríguez y su equipo de trabajo, ante los comentarios de algunos de sus colegas que daban cuenta que con esto volverían al consumidor más exigente, se dieron a la tarea de abrir en Guatemala ese mercado y empezaron a vender masivamente el café de regiones en su propia tienda, ubicada en la 8a. avenida del Centro Histórico, para luego hacer alianzas con supermercados de ese entonces.
“Tuvimos que aprender a tostar cada uno de los cafés, a cómo identificarlos, a cómo saber qué características tenía cada región y nos atrevimos a hacerlo”, relató sin dejar de agregar que se siente “verdaderamente halagado, de tener la oportunidad de ponerle al guatemalteco en su mesa, el mejor café del país”.