Es la única mujer y Presidente de la Asociación Centroamericana de Fabricantes de Productos de Acero y Derivados (Acefad).
Todo inició en 1992, con una carta de compromiso improvisada en donde su padre le dio seis meses, ni un día menos ni un día más, para que ella demostrara de qué estaba hecha. No lo pensó mucho y Elizabeth Suarez Alarcón firmó y asumió el reto de tomar la Gerencia General, de aquel entonces, Aceros Suarez, S. A., empresa pionera y líder en la producción de barras de acero de refuerzo para la construcción.
Desde muy joven se involucró en las empresas de Humberto Suarez Valdez, su progenitor y empresario nato. Allí desempeñó distintos roles administrativos, sin embargo, tres años después de enviudar, se dedicó de lleno y se enfocó a superar sus límites trabajando hasta 15 horas diarias, aportando todo de ella y con perseverancia fue creando en su equipo la idea «que el único sustituto para el trabajo duro, es el trabajo duro».
UNA HISTORIA INSPIRADORA
Cuando Elizabeth tomó las riendas y le hizo frente a esta Industria especializada, la producción estaba parada pues don Humberto había sufrido una estafa y decepcionado, no sabía si continuar o echar todo por la borda. Fue en ese momento en donde esta mujer de acero, le pidió una oportunidad a su papá y junto a los colaboradores trabajaron día y noche para levantar la empresa.
Luego de esa mala racha y desde la noche que bajo la dirección de esta gran mujer arrancaron de nuevo el horno y salió el primer lingote, Aceros Suarez, ahora Corporación Acerera Centroamericana, S.A. (Corpacam) nunca se ha quedado parada.
“Fue esa noche tan emocionante que encendimos sirenas y como aún no estábamos automatizados, los operadores jalaban el hierro del horno con tenazas y en el momento en el que iba salir el primer lingote, parados frente al horno con sus tenazuelas, golpeaban las láminas como diciéndole ¡salí, salí!”, recordó sin ocultar una gran emoción.
“Con pasión trabajé, no por un salario, sino por todas las fuentes de empleo que una Industria como esta ofrece”, añadió doña Betty, pues así con mucho respeto, sus colaboradores se dirigen hacia ella. Agregó que agradecerá por siempre el apoyo de su familia y la confianza de su padre.
INSTITUTO TÉCNICO
Si doña Betty no hubiera sido industrial, sin duda se hubiera dedicado a la docencia. De hecho, considera que lo ha venido haciendo desde donde está, pues “nunca dejo de enseñar a toda persona que puedo y me permite transmitirle mi experiencia o trasladarle conocimiento”, dijo a la periodista que firma este reportaje, a quien, junto al fotógrafo, abrió las puertas de su oficina para entablar una cálida entrevista.
A mediano plazo tiene planificado abrir un instituto técnico. “Al decir técnico, me refiero a un lugar en donde se instruirán a soldadores, cortadores, entre otros. Pues ya no necesitamos ingenieros, necesitamos a soldadores que no se quemen las manos porque han aprendido empíricamente; necesitamos a operarios que sepan hacer el trabajo con técnica y que no los despidan por romper una pieza por la ignorancia de manipular la maquinaria”, añadió.
“¡No puedo pensar en no hacerlo!”, exclamó, pues con esto está segura de contribuir a la especialización de muchos jóvenes y a la Industria, pues con esto también las empresas se verán beneficiada. “Guatemala apremia de mano de obra calificada”, concluyó.