La dinámica de riesgos en Guatemala

Los riesgos naturales y antrópicos a los que continuamente se está expuesto en Guatemala, junto a las vulnerabilidades del país, se convierten cada año en los encabezados de los medios de comunicación, mostrando noticias lamentables.

Desde la pérdida de vidas, hasta impactos severos en la economía, en el medioambiente y en la infraestructura del país; daños que continuamente se repiten y afectan severamente nuestro entorno social.

El riesgo es una probabilidad de daños y perdidas futuras, siendo una situación latente y predecible hasta cierto punto, compuesto por la existencia de las amenazas, vulnerabilidades y la exposición al daño.

  • Las amenazas pueden ser: naturales, socionaturales y antrópicas.
  • Las vulnerabilidades: están conceptual izadas por la posibilidad de perdidas o de ser dañado.
  • La exposición al daño: es el resultado de procesos determinados de desarrollo de la sociedad.

Una vez conocidos los elementos del riesgo y la interdependencia que existe entre cada uno de estos, se debe profundizar en el conocimiento de la gestión del riesgo.

Este es el proceso social que apoya a estudiar o entender las amenazas, a generar dinámicas sociales para minimizar sus impactos, a enfrentarse o adaptarse a, o bien generar una activación de la resiliencia, a través de la organización social, políticas enfocadas en el desarrollo sostenible, estrategias o planes concretos y sobre todo tener pleno conocimiento de la gestión del riesgo.

En Guatemala se vive en una dinámica cíclica de amenazas y vulnerabilidades porque no se toma en cuenta la gestión del riesgo a desastres con seriedad.

Año con año se han tenido desastres y la dinámica se repite, sobre una estructura dañada y frágil. Y no se planifica o se establecen políticas de cambio que ayuden a que no se repitan los sucesos o a estar preparados ante posibles eventos cíclicos.

Guatemala debe apostar a la formación de tomadores de decisiones visionarios, que apoyen a cambiar el modelo de desarrollo del país, teniendo como punto de partida que “toda amenaza es construida socialmente”, Lavell (2003).

La vulnerabilidad aumenta en una sociedad ubicada en áreas incorrectas, producción insostenible, infraestructura defectuosa o construida y diseñada en lugares inadecuados, códigos de construcción débiles o desactualizados, economía limitada del país, ausencia de una sociedad organizada, entre otros.

El 2020, en Guatemala estuvo marcado por varios eventos relacionados al riesgo, las tormentas ETA e IOTA, por ejemplo. Provocaron inundaciones, deslizamientos y destrucción, en varias comunidades del nororiente del país, en medio de la pandemia.

En medio de estas crisis climáticas existe una amenaza silenciosa que tendrá sus consecuencias en el corto, mediano y largo plazo: la erosión de los suelos.

Desde la perspectiva de la gestión de cuencas es preocupante, ya que tiene tres efectos directos, esperando en estado latente a generar sus consecuencias sobre el medioambiente y por ende, sobre los seres humanos que cohabitan en los territorios:

  • En primer lugar, está la erosión que provoca la perdida de suelos fértiles.
  • Seguido por el potencial de deslizamiento que se produce por efectos de erosión.
  • Y para finalizar está el excedente de sedimentación que se provoca en la parte baja de la cuenca, anegando los territorios cultivables y provocando un efecto de cambio en la estructura de los suelos.

Este fenómeno permite visualizar que los riesgos no solo están relacionados a las amenazas naturales, cuando se combinan con las amenazas antrópicas y las vulnerabilidades, los riesgos son de mayor magnitud y desencadenan una serie de consecuencias que traspasan barreras geográficas o políticas.

¿DE QUIÉN ES LA RESPONSABILIDAD?

Es importante tener presente que la responsabilidad de la gestión adecuada de los riesgos de un territorio es de cada uno de los habitantes que ocupan un área específica. Desde conocer su entorno, las amenazas a las que se está expuesto continuamente y la aplicación de las medidas necesarias para mitigar los riesgos o simplemente tomar la decisión de no invertir sobre un área que está superada por las amenazas y las vulnerabilidades del lugar.

El reto es grande, apostarle a la educación en todos los niveles es la clave para la creación de nuevas generaciones con un enfoque de desarrollo diferente, promoviendo economía, desarrollo social, equilibrio ambiental, con visión de gestión de riesgo y sobre todo el equilibrio entre las diferentes partes.

Es crucial seguir aportando a las instituciones que producen información continuamente: el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh); la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan), entre otros.

Ya que han aportado significativamente, pero hace falta apalancarse de tecnología, de profesionales de todas las áreas que aporten desde su propio conocimiento y experiencia, así como el establecimiento de nuevas políticas de desarrollo sobre la base de la sostenibilidad y el enfoque de la gestión del riesgo.

En este año, se está iniciando la época lluviosa que pronostica eventos muy similares a los de 2020. Lamentablemente no se visualizan acciones de fondo que se estén tomando y que ayuden a minimizar los daños que dejaron las tormentas pasadas; ni menos aún, las que están por venir.

Queda en cada uno de los habitantes del territorio tomar distintas acciones que permitan visualizar lo que las instituciones encargadas ya empiezan a pronosticar. Se debe cambiar el enfoque y la dinámica, ya no construir un país sobre la base de la reacción o la corrección, se debe fundamentar sobre la prevención y el desarrollo sostenible.

Colaboración especial: Juan Ramón Aguilar Ibarra
Master en políticas públicas y liderazgo
[email protected]

El contenido de Industria&Negocios no necesariamente representa la opinión de Cámara de Industria de Guatemala; cada artículo es responsabilidad de sus autores.

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