Existe el paradigma de que la gestión de sustentabilidad, salud y seguridad en el trabajo es solamente para industrias transnacionales o empresas grandes, por el costo que implica. Por ello, es importante no pensar en costos, sino en inversiones. Si bien es cierto que se requiere de un presupuesto que asegure los recursos necesarios para la gestión de medio ambiente, salud y seguridad (EHS, por sus siglas en inglés), estas acciones deben demostrar retornos para considerarse inversión, por lo que un adecuado sistema debe contemplar indicadores de desempeño.
A diferencia de la metodología tradicional para cuantificar el retorno de la inversión (ROI, por sus siglas en inglés), en materia de EHS es contraintuitivo. En términos amplios, el ROI se determina calculando la diferencia entre los ingresos y la inversión. Es decir, la empresa determina si existió un beneficio cuantitativo, por lo general pecuniario, después del proyecto per se. En materia de EHS, sucede al contrario, ya que el beneficio no será evidente en ausencia de un suceso. Sin embargo, al producirse se sabrá la pérdida y se podrá cuantificar la reducción en el ROI. Un ejemplo de esto es la inversión de 20 mil dólares para instalar un sistema contra incendios en un almacén que acoge US $1 millón en inventario. Desde una perspectiva contable no se registrará como un beneficio. Sin embargo, si se suscita un incendio, el sistema de combate reduciría significativamente las pérdidas, lo que evidenciaría el valor.
Empresas transnacionales han apostado por promover los sistemas de gestión”.
Esto no significa que no se puedan registrar indicadores que permitan estimar los beneficios de la prevención en relación con la inversión, pero para ello se debe cuantificar una línea base que permita realizar las estimaciones posteriormente. La organización deberá conocer información directa como costo por hora de producción, por hora hombre, de multas y costo de sanciones. También información indirecta como impacto por daño a la imagen de la organización y costos asociados a remediación por contaminación ambiental, asociados a inconformidades con la comunidad y similares, según el giro de negocio. Esta información podrá ser asociada a los indicadores de sustentabilidad, salud y seguridad de la organización.
Un ejemplo podría ser el siguiente caso hipotético: un accidente generó cinco días perdidos, debido a la suspensión médica prescrita, sabiendo que el costo por persona por día es de US $50.00. Sabemos que el costo de reemplazar al trabajador asciende a US $250.00. Adicionalmente, el accidente generó un paro de tres horas en la principal línea de producción; sabiendo que el costo por hora de producción es de US $1 mil, el costo asciende a US $3 mil. El costo total directo de este accidente es de US $3 mil 250. La inversión para prevenirlo hubiera sido de US $1 mil, correspondientes a una capacitación para el personal operativo y las adecuaciones de seguridad de la maquinaria. De igual forma, ahora esta inversión procede, al ser un plan de acción correctivo para evitar que el suceso se repita. También podrían surgir costos indirectos, provocados por requerimientos posteriores a una visita del ente regulatorio correspondiente que ha sido enviado para investigar el accidente.
Este ejercicio invita a la organización a cambiar la perspectiva en relación con la prevención y verla como una inversión. Es por ello que empresas transnacionales han apostado por promover los sistemas de gestión, al grado de priorizarlos sobre el beneficio económico a corto plazo. No es por su alta capacidad financiera, es por su visión a largo plazo, los aprendizajes a través del crecimiento y por asegurar una mejora continua que fortalece su competitividad.
Por: Ing. Krista Alejandra Bocanegra | Gerente General de AMBIENTE y Gremial de Seguridad y Salud Ocupacional (SSO)