La concepción tradicional de la salud y seguridad en el trabajo se ha dirigido a un mensaje principal que se podría resumir en cero accidentes. Sin embargo, la nueva campaña mundial de la Asociación Internacional de la Seguridad Social (AISS), denominada Visión Zero, aborda los programas de salud y seguridad desde una perspectiva más integral y humana, en la que no podemos evitar que se produzcan errores, pues todos los seres humanos somos falibles, pero en la que sí podemos fortalecer una cultura organizacional de cero daños, en la cual, la capacidad de respuesta y la preparación que habremos construido para sostener su impacto, será más beneficiosa y duradera para la empresa.
Esta perspectiva es interesante, pues engloba muchos aspectos que rodean la capacidad de un buen liderazgo. Esto implica un sistema preventivo que coloque en el centro a las personas, a la organización, a la comunicación y al aprovechamiento de oportunidades desde la alta dirección. Con ello, es viable preguntarse ¿en dónde podemos encontrar la figura ideal y competente para gestionar todo este abanico de herramientas y que logre fortalecer la cultura de prevención? La respuesta, para muchos referentes internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Agencia Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo, se encuentra en la identificación de un líder verdaderamente comprometido con preservar la salud y seguridad de todo su recurso humano.
El liderazgo es un agente de cambio imprescindible para construir empresas seguras”.
Dicha misión está dirigida a aquellos directivos deseosos de demostrar su capacidad de liderazgo en este ámbito y en la intención genuina de situarse a la vanguardia en materia de prevención. La intención y la voluntad, como resalto, son elementos clave en un directivo que le interesa no solo generar empleo y riqueza, sino que además tenga la capacidad de centrar su atención en una política de prevención como un elemento imprescindible en su gestión. Con toda probabilidad, un enfoque preventivo resultará provechoso solo si el apoyo de la alta dirección se difunde hacia todos los niveles y segmentos de una organización.
En la práctica, el liderazgo implica: 1. Asumir el compromiso con la seguridad y salud en el trabajo como valor primordial de la organización. Sin esto, no es factible predicar con el ejemplo y demostrar la integridad de su liderazgo, lo cual, viene siendo el talón de Aquiles de muchas organizaciones; 2. El líder o la alta dirección tiene una visión clara y precisa del perfil de los riesgos laborales que conllevan las actividades propias de su negocio o mandato. Si esto se aplica, el directivo siempre podrá tener claro cuáles son sus alertas y hacia dónde debe enfocar las medidas para su mitigación; 3. Comprender que comunicar el compromiso a todos los niveles de la organización es una tarea constante, no solo cuando resulta conveniente en términos comerciales; 4. Planificar y trazar un mapa de acción con el respaldo de especialistas en prevención es importante, en la medida que se permita la participación y colaboración de los trabajadores; y 5. La actualización de los modelos de gestión de riesgos y de las nuevas tecnologías son indispensables para la colaboración y la supervisión de los distintos programas, políticas, acciones o metas que se planteen como objetivo.
En resumen, el liderazgo es un agente de cambio imprescindible para construir empresas seguras. Asimismo, el compromiso genuino de la alta dirección es la mejor estrategia corporativa para sostener a largo plazo lugares seguros, saludable y productivos.
Por: María Isabel Asturias | A&G Abogados y Gremial de Seguridad y Salud Ocupacional (SSO)