La industria avícola guatemalteca es uno de los ejes que impulsan el desarrollo económico agropecuario. Han transcurrido más de sesenta años desde que se emitió el Decreto 1331, Ley de Fomento Avícola, con el objetivo de propiciar la inversión privada en este sector. A partir de 1990, dejó de estar vigente, sin embargo, con el marco legal de esta ley se sentaron las bases para la avicultura moderna y, desde entonces, se tiene un crecimiento sostenido y constante, lo que le ha permitido constituirse como uno de los sectores determinantes para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, el cual ha representado un 2% del PIB nacional y un 8% del PIB agropecuario.
El impacto económico sobre el PIB y la generación de alrededor de 30 mil empleos directos y de casi 300 mil empleos indirectos, tiene un alcance adicional al constituirse en la fuente de proteína animal más asequible y de alto valor nutritivo para la población.
El proceso de producción avícola se puede desarrollar con un sistema extensivo que predomina en las familias rurales y en uno intensivo a gran escala. Estos dos enfoques, uno tradicional de auto subsistencia con producción de huevos y aves de traspatio, y otro con sistemas modernos de crianza, generan un alto valor económico y nutricional para la población a través de los huevos de gallina y de la carne de pollo, cubriendo gran parte de la demanda de alimentos de los casi 17 millones de guatemaltecos.
La industria avícola guatemalteca es uno de los ejes que impulsan el desarrollo económico agropecuario”.
Nuestro país, como el resto del mundo, se enfrenta a un crecimiento poblacional y, con ello, surge la necesidad de la producción de alimentos, aunado a los retos que se presentan como la pandemia del COVID-19 y temas relacionados a la geopolítica actual, por lo que se deben plantear estrategias para garantizar la seguridad alimentaria.
Las estrategias políticas y del sector deben contener alcances específicos en el fortalecimiento de la producción nacional en general y, sobre todo, del sector avícola, mejorando los factores críticos de esta industria para cubrir de forma eficiente las necesidades del país.
La producción avícola nacional presenta un gran reto en cuanto a materias primas, las cuales son muy sensibles en sus costos de producción al depender, en más del 90%, de insumos importados, especialmente de maíz amarillo y soya, para la elaboración de alimentos balanceados, los cuales pueden llegar a constituir el 70% del costo de producción.
Otro aspecto importante es hacerle frente a la competencia desleal que representa el contrabando de productos avícolas procedentes de México con productos que en aquel país tienen la ventaja de tener una tasa 0% del Impuesto de Valor Agregado (IVA) en materias primas como en servicios relacionados a la producción, por ser productos orientados a la alimentación. Esto no solo desincentiva la inversión local, sino que también tiene otras implicaciones de fondo en el marco de la trasparencia, fortalecimiento de las instituciones y seguridad ciudadana al ser una actividad paralela de estructuras del crimen organizado.
El panorama que se visualiza en la industria avícola muestra un ambiente de positivismo para su desarrollo”.
Existe un riesgo adicional que deriva del contrabando que pone en riesgo la avicultura del país: el aspecto zoosanitario por el estatus de enfermedades aviares que presenta el vecino país y que son de reporte obligatorio ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) como lo es la Influenza Aviar de Alta Patogenicidad (H7N3).
Con base a los aspectos anteriores, se sigue trabajando de forma conjunta con instituciones de gobierno como el Programa de Sanidad Avícola del Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación (PROSA-MAGA), Ministerio de Economía (MINECO), Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), universidades y colegios de profesionales, entre otras.
Adicional a estos retos expuestos, también existen áreas de oportunidad en el sector para seguirlo fortaleciendo, como la formación constante de los avicultores en las diferentes áreas que conforman la cadena de valor, integrando más a pequeños y grandes productores de huevo y carne de pollo.
Un factor de éxito a seguir desarrollando es el acercamiento con el consumidor, informando con base a estudios científicos sobre las cualidades nutricionales del pollo y huevo, con el objetivo de romper mitos como el tema de hormonas agregadas o malas concepciones sobre el colesterol que no tienen bases concluyentes sobre estos alimentos.
Finalmente, el panorama que se visualiza en la industria avícola muestra un ambiente de positivismo para su desarrollo al tener la participación de diferentes competidores y productores independientes y de grandes empresas, tanto en la producción de huevo de mesa como de carne de pollo. Esto dinamiza el sector y lo lleva a desarrollarse en un ambiente de libre competencia que debe fomentar la sostenibilidad de la industria.
Por: Ing. José Luis Castañeda | Consultor de la industria avícola y Gremial de Avicultores (GREAVI)