Hay oportunidades inmensas para que las firmas de abogados desarrollen el área de compliance, entiendan mejor a sus clientes y consigan cambiar la forma de relacionarse con ellos
Después de trabajar por casi 10 años en el área legal y de compliance en Bayer, he podido ver, en primera persona, la evolución que ha tenido el alcance del término. Cuando entré a la empresa como líder de Legal y Compliance en Venezuela, mi primera responsabilidad fue crear el área y conformar el equipo, ya que nuestra subsidiaria en Venezuela era la única en la región andina que no tenía dicho departamento. Recuerdo una frase lapidaria dicha por un miembro del departamento comercial en mi primera reunión con él: “Quiero que sepa que eso de compliance va a acabar con el negocio”.
Ese día –luego de regresar del trabajo– dudaba y me repetía varias veces que yo no podía “acabar” con los negocios de la empresa que me acababa de contratar. Eran épocas en las que la palabra compliance era sinónimo de policía, de fiscal y de “no se puede hacer”, y no estaba asociada a nada positivo. Usábamos largas y tediosas presentaciones de PowerPoint para intentar explicar a nuestros clientes internos y asesores externos lo que realmente significaba esa palabra, lo que queríamos desarrollar y, personalmente, convencerlos de que no era el malo de la película y que mucho menos me habían contratado para acabar con ningún negocio.
Para nosotros mismos resultaba difícil diferenciar legal de compliance y entender cuál era nuestro rol y responsabilidad como compliance officers. De repente algo dentro de la compañía comenzó a cambiar: desde el consejo directivo en Alemania esa palabra tan lejana y a veces negativa comenzó a ser utilizada de otra manera. Era claro el compromiso de la alta gerencia de incorporar el compliance al ADN de la organización y facilitar todos los recursos y apoyos necesarios al área para llevar a cabo una transformación cultural sobre este tema. Fue el impulso que necesitábamos para creernos lo que estábamos haciendo y comenzar ese cambio.
Al mismo tiempo, diariamente surgían nuevos escándalos y casos de empresas sancionadas por conductas non-compliant, lo que de alguna manera nos hacía más fácil la tarea de resaltar la importancia y el beneficio económico y reputacional que el compliance traía a la compañía. Fuimos capaces de definir 10 principios básicos de cumplimiento y redactarlos de una manera cercana y clara para todos los empleados, sin importar si estuvieran en finanzas corporativas en Leverkusen o en una planta para la producción de agroquímicos en Barranquilla. Junto con esto, también, internamente en el área, cambiamos el chip de cómo prestar nuestro servicio y soporte a los negocios y a nuestros stakeholders internos. Lo básico que tiene que entender un abogado in-house o un compliance officer es que el negocio no es preparar consultas legales ni revisar contratos, el negocio es otro y nosotros debemos facilitarlo y protegerlo.
Nuestro compromiso básico era no simplemente decir “no” al negocio, sino agregar un “pero” que permitiera explorar y poner otras opciones sobre la mesa. No podíamos ser los que pusieran trabas, sino convertirnos en verdaderos business partners. Para llegar a esto debíamos entender muy bien el negocio, sus necesidades, el mercado, el sector, etc. Puedo decir con orgullo que en la actualidad somos considerados aliados importantes del negocio y tenemos una silla reservada para participar junto a ellos en las reuniones y toma de decisiones importantes.
Una empresa compliant no la hacen sus abogados ni el área legal, es un compromiso y comportamiento de la mayoría de sus empleados”.
También comenzamos a cambiar la forma de relacionarnos con el negocio. Nos quitamos el disfraz de policía, pero no nos pusimos el de superhéroes, sino que simplemente comenzamos a hablar el mismo idioma del negocio y a ponernos en sus zapatos antes de pedir que se pusieran en los nuestros. Los entrenamientos dejaron de ser monólogos apoyados en presentaciones de PowerPoint y pasamos a utilizar casos prácticos y reales para enviar los mensajes. Adicionalmente, hicimos que compliance no fuera algo exclusivo de los abogados y el área de legal y de compliance y, por el contrario, sentamos las bases para que se entendiera y aceptara que una empresa compliant no la hacen sus abogados ni el área legal, es un compromiso y comportamiento de la mayoría de sus empleados.
El compliance es mucho más allá que cumplir las leyes, códigos y políticas internas; es una ventaja competitiva inmensa. Ser de verdad una empresa ética y compliant paga. La mayoría de los stakeholders, clientes y gobiernos lo valoran y le dan un peso importantísimo a la hora de decidir con quién trabajar o no. Es además un producto más de la compañía que si bien no genera ventas, ahorra mucho dinero al evitar potenciales sanciones, y revaloriza la marca y la reputación de cualquier negocio.
Ahora bien, esta evolución positiva y relevancia que ha generado el compliance a nivel interno en compañías de todo tipo (grandes, medianas y pequeñas) no ha tenido el mismo impacto y desarrollo a nivel de las firmas de abogados. He tenido la posibilidad de trabajar con firmas de abogados de Latinoamérica y mi percepción es que no se le ha dado la importancia y atención que merece este tema y el papel que juega para la inmensa mayoría de sus clientes. No quisiera generalizar, pero solo muy recientemente he visto cómo grandes firmas en la región han comenzado a conformar equipos y áreas para prestar servicios en compliance. Sin embargo, no están en sintonía ni al nivel de los equipos y profesionales con que cuentan las empresas (no solo las grandes) en sus equipos in-house.
Salvo contadas excepciones, las firmas no han acompañado a sus clientes en esta evolución y desarrollo que ha tenido el compliance a nivel interno, manteniéndose enfocadas en las áreas y servicios que tradicionalmente han venido prestando. Esto es algo que toda firma debe conocer de sus clientes y ayudar a desarrollar, ya que estamos hablando del ADN de cada empresa, una ventaja competitiva que las puede diferenciar de sus competidores. No basta con que se incorpore en la lista de servicios que presta el área de compliance, sino que deben entender cómo funciona y cómo impacta positivamente a la empresa (su cliente) y, a partir de eso, ofrecer soluciones nuevas e innovadoras a sus clientes. Igual de importante es identificar dónde entra en juego el compliance en las otras áreas y servicios (M&A, corporativo, financiero, etc.) para ofrecer soluciones más integrales. Los equipos que formen y especialicen las firmas de abogados en esta materia deben ser multidisciplinarios.
Hay un terreno fértil y oportunidades inmensas para que las firmas de abogados desarrollen esta área, entiendan y apoyen mejor a sus clientes, y consigan cambiar la forma de relacionarse con ellos y prestar sus servicios.
Los equipos que formen y especialicen las firmas de abogados en esta materia deben ser multidisciplinarios”.
Hay oportunidades inmensas para que las firmas de abogados desarrollen el área de compliance, entiendan mejor a sus clientes y consigan cambiar la forma de relacionarse con ellos
Después de trabajar por casi 10 años en el área legal y de compliance en Bayer, he podido ver, en primera persona, la evolución que ha tenido el alcance del término. Cuando entré a la empresa como líder de Legal y Compliance en Venezuela, mi primera responsabilidad fue crear el área y conformar el equipo, ya que nuestra subsidiaria en Venezuela era la única en la región andina que no tenía dicho departamento. Recuerdo una frase lapidaria dicha por un miembro del departamento comercial en mi primera reunión con él: “Quiero que sepa que eso de compliance va a acabar con el negocio”.
Ese día –luego de regresar del trabajo– dudaba y me repetía varias veces que yo no podía “acabar” con los negocios de la empresa que me acababa de contratar. Eran épocas en las que la palabra compliance era sinónimo de policía, de fiscal y de “no se puede hacer”, y no estaba asociada a nada positivo. Usábamos largas y tediosas presentaciones de PowerPoint para intentar explicar a nuestros clientes internos y asesores externos lo que realmente significaba esa palabra, lo que queríamos desarrollar y, personalmente, convencerlos de que no era el malo de la película y que mucho menos me habían contratado para acabar con ningún negocio.
Para nosotros mismos resultaba difícil diferenciar legal de compliance y entender cuál era nuestro rol y responsabilidad como compliance officers. De repente algo dentro de la compañía comenzó a cambiar: desde el consejo directivo en Alemania esa palabra tan lejana y a veces negativa comenzó a ser utilizada de otra manera. Era claro el compromiso de la alta gerencia de incorporar el compliance al ADN de la organización y facilitar todos los recursos y apoyos necesarios al área para llevar a cabo una transformación cultural sobre este tema. Fue el impulso que necesitábamos para creernos lo que estábamos haciendo y comenzar ese cambio.
Al mismo tiempo, diariamente surgían nuevos escándalos y casos de empresas sancionadas por conductas non-compliant, lo que de alguna manera nos hacía más fácil la tarea de resaltar la importancia y el beneficio económico y reputacional que el compliance traía a la compañía. Fuimos capaces de definir 10 principios básicos de cumplimiento y redactarlos de una manera cercana y clara para todos los empleados, sin importar si estuvieran en finanzas corporativas en Leverkusen o en una planta para la producción de agroquímicos en Barranquilla. Junto con esto, también, internamente en el área, cambiamos el chip de cómo prestar nuestro servicio y soporte a los negocios y a nuestros stakeholders internos. Lo básico que tiene que entender un abogado in-house o un compliance officer es que el negocio no es preparar consultas legales ni revisar contratos, el negocio es otro y nosotros debemos facilitarlo y protegerlo.
Nuestro compromiso básico era no simplemente decir “no” al negocio, sino agregar un “pero” que permitiera explorar y poner otras opciones sobre la mesa. No podíamos ser los que pusieran trabas, sino convertirnos en verdaderos business partners. Para llegar a esto debíamos entender muy bien el negocio, sus necesidades, el mercado, el sector, etc. Puedo decir con orgullo que en la actualidad somos considerados aliados importantes del negocio y tenemos una silla reservada para participar junto a ellos en las reuniones y toma de decisiones importantes.
También comenzamos a cambiar la forma de relacionarnos con el negocio. Nos quitamos el disfraz de policía, pero no nos pusimos el de superhéroes, sino que simplemente comenzamos a hablar el mismo idioma del negocio y a ponernos en sus zapatos antes de pedir que se pusieran en los nuestros. Los entrenamientos dejaron de ser monólogos apoyados en presentaciones de PowerPoint y pasamos a utilizar casos prácticos y reales para enviar los mensajes. Adicionalmente, hicimos que compliance no fuera algo exclusivo de los abogados y el área de legal y de compliance y, por el contrario, sentamos las bases para que se entendiera y aceptara que una empresa compliant no la hacen sus abogados ni el área legal, es un compromiso y comportamiento de la mayoría de sus empleados.
El compliance es mucho más allá que cumplir las leyes, códigos y políticas internas; es una ventaja competitiva inmensa. Ser de verdad una empresa ética y compliant paga. La mayoría de los stakeholders, clientes y gobiernos lo valoran y le dan un peso importantísimo a la hora de decidir con quién trabajar o no. Es además un producto más de la compañía que si bien no genera ventas, ahorra mucho dinero al evitar potenciales sanciones, y revaloriza la marca y la reputación de cualquier negocio.
Ahora bien, esta evolución positiva y relevancia que ha generado el compliance a nivel interno en compañías de todo tipo (grandes, medianas y pequeñas) no ha tenido el mismo impacto y desarrollo a nivel de las firmas de abogados. He tenido la posibilidad de trabajar con firmas de abogados de Latinoamérica y mi percepción es que no se le ha dado la importancia y atención que merece este tema y el papel que juega para la inmensa mayoría de sus clientes. No quisiera generalizar, pero solo muy recientemente he visto cómo grandes firmas en la región han comenzado a conformar equipos y áreas para prestar servicios en compliance. Sin embargo, no están en sintonía ni al nivel de los equipos y profesionales con que cuentan las empresas (no solo las grandes) en sus equipos in-house.
Salvo contadas excepciones, las firmas no han acompañado a sus clientes en esta evolución y desarrollo que ha tenido el compliance a nivel interno, manteniéndose enfocadas en las áreas y servicios que tradicionalmente han venido prestando. Esto es algo que toda firma debe conocer de sus clientes y ayudar a desarrollar, ya que estamos hablando del ADN de cada empresa, una ventaja competitiva que las puede diferenciar de sus competidores. No basta con que se incorpore en la lista de servicios que presta el área de compliance, sino que deben entender cómo funciona y cómo impacta positivamente a la empresa (su cliente) y, a partir de eso, ofrecer soluciones nuevas e innovadoras a sus clientes. Igual de importante es identificar dónde entra en juego el compliance en las otras áreas y servicios (M&A, corporativo, financiero, etc.) para ofrecer soluciones más integrales. Los equipos que formen y especialicen las firmas de abogados en esta materia deben ser multidisciplinarios.
Hay un terreno fértil y oportunidades inmensas para que las firmas de abogados desarrollen esta área, entiendan y apoyen mejor a sus clientes, y consigan cambiar la forma de relacionarse con ellos y prestar sus servicios.
Por: Héctor A. García Corredor | Líder Compliance, Data Privacy y Compliance Investigation Center LATAM y Canadá de Bayer