May-10 Crisis española: un guión.

MOISÉS NAIM / Leído en EL PAÍS

Muchas de las propuestas para salir de la crisis son contradictorias entre sí, pero las que evitan las decisiones más duras son las mejor acogidas.

El jefe del Gobierno niega que la economía esté en crisis. Sus ministros y otros portavoces denuncian que hay una conspiración internacional de especuladores y medios de comunicación contra el país. Pero los problemas económicos siguen agravándose y se hace cada vez más difícil negar las dificultades. Se produce un cambio de ministros y se anuncia un nuevo plan para dinamizar la economía. El gobierno anuncia pronósticos optimistas con respecto al impacto que tendrán sus planes en el empleo, la inversión, la disminución de la deuda pública y los déficits que desestabilizan la economía. Al poco tiempo, se hace evidente que los pronósticos no se cumplirán y que, al contrario, la situación se agrava. El debate político se enardece, concentrándose en el intercambio de acusaciones acerca de quién es el culpable de la crisis. Los gobiernos anteriores, los partidos políticos, las élites económicas, ciertos grupos sociales o hasta individuos específicos son señalados. La polarización divide el país y el gobierno tiene cada vez menos sustento político para tomar decisiones difíciles.

La confusión acerca de lo que se debe hacer también complica la toma de decisiones. Proliferan las “propuestas para salir de la crisis” avaladas por una institución o un economista prestigioso. Muchas de estas propuestas son contradictorias entre sí, pero las que evitan las decisiones más duras son las mejor acogidas. El gobierno experimenta con algunos de estos paliativos que, desgraciadamente, no hacen mella en la crisis.

¿Cuál es el país -y el gobierno- que acabo de describir? Pues esto fue exactamente lo que sucedió en los años 1990 en la Argentina de Carlos Saúl Menem, en la Malasia de Mahathir Mohammed, en el México de Carlos Salinas de Gortari, la Rusia de Boris Yeltsin y en la Indonesia de Suharto. Y es lo que está sucediendo hoy en la España de José Luis Rodríguez Zapatero y otras naciones europeas postradas por la crisis económica. La tragedia evoluciona siguiendo un guión universal y predecible: Primer acto: negación de la crisis. Segundo acto: rabia y denuncia a especuladores, medios de comunicación y banqueros. Tercer acto: adopción de paliativos y paños calientes que nada resuelven. Cuarto acto: grave crisis económica, social y política. Quinto acto: se toman medidas que se había jurado nunca tomar.

Cuando inicialmente Rodríguez Zapatero cuestionó que España tuviese una crisis económica no hacía más que emular a Yeltsin o a Menem. Cuando su ministro de Fomento, José Blanco, dijo que “nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente” y que la debilidad del euro se debía a “maniobras un tanto turbias” por parte de los “especuladores financieros” no hacía sino repetir lo que alguien tan diferente de él como el Malayo Mahathir cuando expresó que el culpable de la devaluación de la moneda de su país era “el especulador” George Soros.

Es verdad que es difícil aprender de las experiencias de otros. Pero aprendiendo de otros la España de hoy podría ahorrarse mucho sufrimiento económico innecesario. La experiencia ajena le ayudaría a reconocer que sus problemas no se aliviarán mientras siga posponiendo la adopción de reformas económicas que hoy lucen remotas e inaceptables.

¿Y Guatemala? La descripción que hace de España el ilustre Moisés Naim, pareciera que se trata de Guatemala. Aquí, nuestros flamantes gobiernos se hacen de los oídos sordos a propuestas serias como las que ha planteado Cámara de Industria de Guatemala y que ayudarían a encausar al país por la senda de un crecimiento sostenible. Por el contrario, como ocurre con el actual gobierno de Álvaro Colom, se promueven medidas erráticas que sólo provocan desestímulo al inversionista y, por ende, a la generación de empleos. Y lo peor es que tampoco se toman medidas para evitar el despilfarro, corrupción y el nepotismo que galopean en todas las esferas públicas.

La polarización divide el país y el gobierno tiene cada vez menos sustento político para tomar decisiones difíciles.

El contenido de Industria&Negocios no necesariamente representa la opinión de Cámara de Industria de Guatemala; cada artículo es responsabilidad de sus autores.

Cámara de Industria de Guatemala
Ruta 6, 9-21 Zona 4, Nivel 12
PBX: (502) 2380-9000
Correo electrónico: [email protected]

facebook linkedin