Por: Paola de la Torre | Presidente Ejecutiva de GuateÍntegra
En un sector donde los ingredientes importan, hay uno que no puede faltar: la integridad. Más allá de fórmulas, etiquetas o procesos, el compromiso con la ética y el cumplimiento se ha vuelto esencial para competir, crecer y generar confianza.
La industria de alimentos y bebidas en Guatemala no solo nutre al país, también dinamiza la economía, genera empleo e innova en forma constante. Pero su verdadero impacto no se mide solo en toneladas producidas o puntos porcentuales de crecimiento. Hoy, la mirada también se dirige hacia cómo se hacen las cosas: con transparencia, con responsabilidad y con visión de largo plazo.
Desde GuateÍntegra, promovemos que el compliance no se entienda únicamente como un conjunto de reglas, sino como una herramienta para construir culturas organizacionales coherentes y sostenibles. Culturas donde el cumplimiento no se negocia y donde los valores se viven más allá del papel.
En este sector, hablar de cumplimiento implica mucho más que asegurar estándares sanitarios o trazabilidad. Significa anticiparse a los riesgos, prevenir la corrupción, manejar con integridad los conflictos de interés y proteger los derechos a lo largo de toda la cadena de valor. En un mundo cada vez más exigente, hacer lo correcto no es solo ético: también es estratégico.
Hay empresas que ya lo están entendiendo así; han comenzado a transformar sus estructuras internas, sus procesos de toma de decisiones y sus vínculos con proveedores y consumidores, colocando la ética como parte del modelo de negocio. Y cuando eso sucede, el cambio no solo se ve, se siente.
La integridad, como la calidad, no debe ser negociable».
Y en una industria donde cada ingrediente cuenta, estos no pueden faltar.