Sin industrialización no hay desarrollo. La historia económica demuestra que los países que industrializan más, crecen más y mejoran sus niveles de vida. Entre 1961 y 2020, China creció su Producto Interno Bruto (PIB) a un ritmo promedio anual de 8%, mientras su industria creció al ritmo promedio de 9.67%. En ese intervalo de tiempo, su PIB per cápita (PPC) aumentó 43 veces. Botswana creció su PIB al ritmo de 7.91%, mientras su industria creció al ritmo anual promedio de 11%, elevando su PPC 17 veces. Corea del Sur creció su PIB a un ritmo anual promedio de 7.23%, mientras su industria creció a un ritmo anual de 8.5%, lo que llevó a ese país a elevar su PPC 29 veces.
La historia económica marca ya cinco revoluciones industriales. La primera, que comenzó a finales del siglo XVIII, se basó en la mecanización. Motores de vapor sustituyeron el poder físico de los seres humanos y los animales de carga. La segunda comenzó a finales del siglo XIX, basándose en el uso de la electricidad. Se marcó por la utilización de motores de combustión, la especialización y producción masiva facilitada por el uso de la energía eléctrica. La tercera se refiere a la automatización que surgió alrededor de las computadoras, la digitalización y el internet. Se marcó por la automatización de los procesos de producción, facilitado por la tecnología electrónica y las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC).
Los procesos revolucionarios industriales van acelerándose. El siglo XXI ha visto surgir la Cuarta Revolución Industrial (4IR) y la Quinta Revolución Industrial (5IR). La 4IR se basa en la digitalización avanzada, marcada por el uso de inteligencia artificial, la robótica y el blockchain, entre otras tecnologías inteligentes asociadas a la realidad virtual, mientras que la 5IR comienza en la segunda década del siglo XXI, basándose en la innovación y la inclusión, y se marca por la cooperación multinivel entre las personas y la maquinaria.
La 5IR se resume en la combinación de humanos y máquinas en el lugar de trabajo y avanza a medida que se aplican cada vez más en las tecnologías que surgieron de la cuarta revolución industrial. Estas incluyen la Inteligencia Artificial (IA), Big Data (BD), plataformas digitales, realidad virtual y la impresión 3D.
Sin industrialización no hay desarrollo”.
La principal diferencia entre la 4IR y 5IR es que la quinta busca fomentar una relación de trabajo equilibrado entre las tecnologías inteligentes y los seres humanos, quienes no compiten con los robots, sino que colaboran con ellos. Estos robots se integrarán en procesos industriales para tareas repetitivas, lo cual librará a los trabajadores, dándoles mayores oportunidades para ser creativos en su empleo para cumplir con el propósito de las empresas.
Para desarrollar y aprovechar las nuevas tecnologías se requiere de inversión en investigación y desarrollo (I+D), un área en la que Guatemala debe mejorar, ya que apenas tiene 13 investigadores por un millón de habitantes, mientras que el promedio en Latinoamérica y el Caribe es de 580. El país está en la categoría de países de ingreso medio alto que tienen un promedio de 1,389 por millón de habitantes. En otras palabras, Guatemala apenas representa el 2% del promedio Latinoamericano y menos del 1% para países en su categoría. Mientras que Latinoamérica y el Caribe invierte el 0.67% de su PIB en I+D, y países de ingreso medio alto invierten el 1.64% del PIB, Guatemala apenas invierte el 0.029%.
El sector privado lidera para superar ese reto, pero aún hay mucho por hacer. Según datos del Banco Mundial, entre 1996 y 2018 varios países que destacan por acelerar sus revoluciones industriales han incrementado el número de investigadores en I+D: Corea del Sur, 267%; China, 200%; Turquía, 353%; Tailandia, 1,245%; y Malasia, 2,324%.
Para afrontar los retos y explotar las oportunidades de la 5IR, hay que reformar los procesos educativos en todos los niveles. El estudio del Foro Económico Mundial (FEM), «El futuro de los empleos», estimó en 2016 que el 65% de los niños que entraban en la educación terminarían trabajando en empleos que todavía no existen.
Para desarrollar y aprovechar las nuevas tecnologías se requiere de inversión en investigación y desarrollo (I+D)”.
Las empresas guatemaltecas están liderando los procesos para aprovechar las oportunidades asociadas a la 5IR. Hoy los empresarios buscan cada vez más ese sentido de propósito en sus negocios. Entre los ejes de Cámara de Industria de Guatemala (CIG), por ejemplo, resalta la inclusión económica y la sostenibilidad, dos cosas que le dan propósito a los negocios.
El capitalismo mejora la condición humana, hasta el FEM reconoce que los empresarios son “la fuerza más poderosa y activa del mundo para hacer el bien”. Los empresarios son los “campeones” de la 5IR, aplicando las mejores prácticas de tecnología e innovación en beneficio de la sociedad. Los empresarios responden a las nuevas exigencias innovando, desarrollando tecnologías y marcas que les ganan participación de mercado y fidelidad entre los empleados. A medida que avanzan en la 5IR, los empresarios guatemaltecos encontrarán mayor productividad y felicidad entre sus empleados.
Por: Dr. Nicholas Virzi | Director de Análisis Estratégico (DAE) de Cámara de Industria de Guatemala (CIG)