Santos, Prieto y Urantes: ¡Actúa! O deja que la competencia te elimine del mercado

Hace más el que quiere que el que puede: refrán que se puede aplicar a nivel personal y, sin duda, a nivel empresarial

La innovación no es responsabilidad exclusiva de las grandes empresas, ni de los departamentos de Investigación y Desarrollo (I+D), ni de los sectores en crecimiento, ni de las Industrias intensivas en tecnología. Innovar es una carrera sin fin en la que participan todas aquellas empresas que buscan generar valor a sus clientes y a sí mismas de forma consistente y sostenible en el tiempo. Básicamente, los negocios que quieran (evolucionar para) pervivir.

Creer que innovar es cosa de otros, es escoger la inacción como estrategia. Mientras el dinamismo del mercado sigue su curso, significa adoptar un rol pasivo en vez de tener la voluntad de escribir el propio destino.

Cuando te amparas en que un sector o producto es tradicional, ¿tal vez te estás refiriendo a ellos como commodities? Porque puedes aumentar su valor percibido a través de un mayor procesado del producto (snacks en vez de patatas) o incorporando nuevos empaques (envases sostenibles que sustituyan al plástico) o mejorando su accesibilidad (venta on line, vending o por consignación) o poniendo en valor la indicación geográfica (denominación de origen), entre otras estrategias.

¿Estás sugiriendo que “está todo inventado”? Porque posiblemente seas víctima de miopía empresarial, centrada en determinadas especificaciones del producto por encima de otros aspectos. Pero fíjate que la flexibilidad de las relaciones laborales está modificando la forma de acceder al talento. Nuevas tecnologías como la impresión 3D, están cambiando la lógica competitiva y de fabricación; las redes sociales están replanteando la dinámica relacional con las comunidades de usuarios, el crowdfunding, junto a otras novedosas fórmulas, está reescribiendo las condiciones de acceso a financiación… Muchas variables a considerar.

¿Acaso estás alegando que “siempre se ha hecho así”? Porque quien no quiera interpretarlo como una limitación reconocerá una oportunidad. Tal vez el preludio de un cambio de paradigma.

En el siglo XVII ya existían servicios de transporte análogos a los taxis, lo que no ha evitado que sean eclipsados por los Vehículos de Turismo con Conductor (VTC). La costumbre tampoco ha evitado que Rolls Royce deje de vender motores para cobrar mensualmente por horas de uso efectivas o que el sector hotelero haya tenido que ceder cuota de mercado en favor de soluciones tipo Airbnb.

La innovación tiene que ver con actitud por encima de cualquier otra consideración. La guía y soporte para abordar procesos de cambio pueden hacer la diferencia en los primeros pasos.

 

Iker Santos, Paco Prieto e Iñigo Urarte

Oficina de Innovación, TECNALIA