En nuestra edición pasada de Industria y Negocios hicimos un breve análisis de las razones por las que, en los últimos 20 años, el crecimiento económico del país ha sido de apenas un 3.6 por ciento en promedio, el cual se reduce en términos prácticos con el crecimiento poblacional cercano al tres por ciento. Este balance nos ha dado como resultado un crecimiento económico neto ínfimo e insuficiente para generar las fuentes de empleo formal que el país necesita para abatir los altos índices de pobreza de la mayor parte de nuestra población.
Sin duda, diversos factores externos han incidido en estos resultados de crecimiento. Sin embargo, las grandes dificultades son propias de los distintos sectores que conformamos nuestra querida Guatemala, principalmente de la falta de consistencia y coherencia de los distintos Gobiernos. Hemos sido incapaces de crear un clima de negocios atractivo para que más empresas nacionales e internacionales inviertan y se instalen en nuestro país, abriendo así oportunidades de generar más y mejores fuentes de trabajo formal. Y es ahí donde hoy, más que nunca, debemos hacer esfuerzos para que las condiciones cambien. Pero para eso, dos de las condiciones básicas son que los distintos sectores involucrados seamos consistentes y coherentes en nuestra forma de actuar.
El Gobierno tiene la responsabilidad de crear las condiciones propicias. Desde garantizar la seguridad ciudadana, la certeza jurídica, contar con reglas claras y estables, hasta desenredar la complicada burocracia y combatir de frente la corrupción.
Es inconcebible que, por un lado, estemos apoyando desde el sector privado a iniciativas del Ministerio de Economía como la propuesta de un nuevo Sistema Nacional de Competitividad, pero que por otro, Ministerios como el de Ambiente, así como el de Energía y Minas, estén enviando señales totalmente en el sentido contrario a los inversionistas. En varias oportunidades, tanto de manera pública como privada, el presidente Otto Pérez Molina ha expresado su apoyo e interés por la implementación de proyectos que aprovechan nuestros recursos naturales de manera responsable. Sin embargo, en este momento hay por lo menos cuatro empresas que, aunque en teoría ya están autorizadas a operar en Guatemala, en la práctica no cuentan con licencias respectivas por trámites engorrosos y en algunos casos fundamentados sobre bases poco sólidas. Esa es una muestra de nuestra falta de consistencia y coherencia.
Estamos viviendo un momento clave para salir adelante y, como decía el ex presidente de Perú, Alejandro Toledo, en su reciente participación en ENADE 2012, “debemos empuñar la mano y construir nuestro propio desarrollo; no culpar a los de afuera por lo que nosotros mismos hemos sido incapaces de hacer”.
Hoy, Guatemala está en un momento crucial de cambiar esa historia y convertirse en un país líder y confiable, capaz de construir las bases para iniciar un cambio que nos lleve a alcanzar niveles de crecimiento económico sostenibles más decentes, de por lo menos el seis por ciento anual.
Los primeros pasos creemos que se están dando. Las autoridades de Gobierno tienen claro qué se debe hacer, pero aún nos queda un largo camino por recorrer.
Por nuestra parte, como Cámara de Industria de Guatemala, hemos elaborado una propuesta integral, la cual hemos denominado “Progresando a través del Desarrollo Industrial”. Esta iniciativa comprende varios ejes con planteamientos concretos que persiguen fomentar la inversión y la atracción de inversiones y generación de empleos formales a partir de un buen clima de negocios. En esta edición de la Revista Industria y Negocios, el lector podrá conocer algunos detalles de dicha propuesta. El proyecto ha sido compartido con diferentes sectores de la sociedad y el Gobierno, pues creemos que la construcción de un escenario idóneo en temas como la seguridad ciudadana, la seguridad jurídica, el respeto a la propiedad privada, a la institucionalidad y a la democracia, son fundamentales para hacer de Guatemala un país más próspero y con oportunidades para todos.
Con las actuales autoridades de Gobierno se ha entablado un diálogo sincero y de apoyo mutuo en la búsqueda de ese ambiente que como país necesitamos. Afortunadamente hemos tenido receptividad e incluso se han formalizado alianzas estratégicas con el Ministerio de Economía para apoyar a las pequeñas empresas. Vemos en la propuesta del Sistema Nacional de Competitividad presentada por el Gobierno una hoja de ruta hacia los objetivos comunes que todos buscamos. Ojalá estos esfuerzos se mantengan en los siguientes años, eliminando las inconsistencias e incoherencias, para finalmente salir adelante como algunos países del continente americano lo han sabido hacer.