Hace muchos años platiqué con un ejecutivo en la puerta del baúl de mi carro, ambos veníamos de una reunión y no dudó en ofrecerme su ayuda para llevar mis cosas hasta allá. Un ser demasiado agradable, educado y cortés, sumado a lo visionario y estratégico que había escuchado de sus intervenciones en aquella reunión. Sin yo saber su cargo, me pareció brillante. Hoy tengo su foto colgada frente a mi escritorio. Me inspira mucho...