Las mujeres indígenas se desenvuelven en comunidades rurales ajenas al desarrollo por la falta de oportunidades y por la débil presencia del Estado que no vela por sus principales necesidades. En Guatemala vemos comunidades llenas de pobreza, conflictividad, violencia y migración forzada. Además de la poca confianza que existe para invertir en el país, el covid-19 y el cambio climático han generado desastres naturales y subdesarrollo.
Aunado a los datos anteriores, los pueblos indígenas representamos el 5% de la población mundial y de ese porcentaje, el 15% de las personas viven en pobreza. En América Latina representan el 8% de la población, de este total, el 14% vive en pobreza y el 17% en pobreza extrema. En Guatemala la población sobrepasa los 14.9 millones de personas, el 51.5% somos mujeres y de las personas que no saben leer y escribir el 61% son mujeres.
Frente a este escenario nuestro esfuerzo en la Red Global de Empresarios Indígenas (REI) es impactar de manera positiva en la vida de las mujeres, trabajando desde lo local, pero con una visión y proyección global a través de tres iniciativas estratégicas: la formación y desarrollo de negocios, el desarrollo comercial y generar un entorno favorable para que las empresas tengan éxito, impulsando esfuerzos en alianza con diferentes actores tanto público como privado a nivel local, nacional, regional e internacional.
Es importante valorar el esfuerzo que hacen las mujeres desde su estilo de liderazgo, el cual se demuestra en la cotidianidad de sus actividades y a través del cooperativismo y la solidaridad, buscando transformar la realidad en la que viven. Por medio de su capacidad negociadora, su poder de influencia, su persistencia y trascendiendo fronteras, ya sea como misión de vida o servicio a la comunidad, tienen capacidad para delegar funciones y conducir procesos.
Asimismo, las mujeres se desarrollan con responsabilidad, sin perder de vista la importancia de complementariedad manejada desde la cosmovisión maya, aunado a ello las buenas prácticas administrativas, su capacidad de análisis, previsión y de cohesión, y tanto su participación como la de sus hijos, quienes siempre están a sus lados.
Mi experiencia liderando procesos de modelos de desarrollo en comunidades indígenas ha sido importante. Uno de mis factores de éxito ha sido mi fe en Dios y en mí misma. También la estrategia y el proceso, es decir, no realizar actividades aisladas sino un proceso planificado a corto, mediano y largo plazo, mediante la cooperación, buscando un impacto positivo. Lo anterior lo he ido logrando mediante aprendizajes e innovando constantemente en cuanto a la actuación local, sin perder de vista lo que ocurre a nivel global.
Las mujeres somos fuente de inspiración y lucha para lograr nuestra plenitud, la de nuestras familias y comunidad.
Por: María Tuyuc | Presidenta de la Red Global de Empresarios Indígenas (REI)