La relevancia de entender y actuar en relación al cambio climático se ha convertido en un eje central de la visión de sostenibilidad de personas y empresas derivado de la urgencia que presenta este fenómeno ambiental. Se reconoce como una problemática de carácter antropogénico (IPCC, 2021), que se hace tangible en el aumento de la concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI), derivados de la disparidad entre la evolución industrial y la capacidad de regeneración de los ecosistemas naturales.
Desde la publicación del primer informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1990, las emisiones de GEI han pasado a un eje central en el desarrollo de políticas y protocolos sobre el cambio climático. El Acuerdo de París de 2015 estableció bases sólidas para la creación de metas y mecanismos de reducción a nivel mundial, priorizando la reducción de emisiones como una de las principales estrategias de mitigación del cambio climático.
En este contexto, la huella de carbono se ha convertido en uno de los principales indicadores ambientales que sirve como guía para reflejar la emisión total de GEI que se produce de forma directa o indirecta. Este indicador ayuda a medir el impacto y el nivel de contribución a los procesos del cambio climático, considerando los distintos GEI, pero utiliza la métrica de CO2e –equivalente de dióxido de carbono– como medida estándar. Esto con el objetivo de entender magnitudes comparables de emisión de diferentes procesos e identificar puntos críticos para generar estrategias de reducción.
Además, se han desarrollado diversos entes de opinión que han creado marcos lógicos que permiten entender las emisiones y sus fuentes de forma integral, determinando clasificaciones estratégicas para las emisiones. Uno de los más reconocidos es el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (Protocolo de GEI), el cual toma en cuenta distintos tipos de emisiones que una entidad puede producir:
- Alcance 1 o emisiones directas. Provienen de fuentes que son propiedad o son controladas por la empresa, como consumo de combustibles fósiles en fuentes fijas y móviles o fugas no intencionadas de los equipos de climatización.
- Alcance 2 o emisiones por compra de energía. Son derivadas de la compra de energía a terceros. Aún si ocurren físicamente en la planta eléctrica, la responsabilidad es compartida por generar la demanda de energía en primer lugar.
- Alcance 3 o emisiones indirectas. Incluye el resto de emisiones indirectas en relación a las funciones de la entidad y son liberadas por otras entidades.
Industria y ciclo de vida
Desde una visión industrial es importante que, al hablar de huella de carbono, se haga desde el pensamiento del ciclo de vida. Esto permite identificar los procesos internos y externos, detalles de la cadena de valor y los procesos relacionados al desarrollo del producto industrial que generan mayores impactos y que se convierten en las mayores áreas de oportunidad para la innovación climática.
La huella de carbono de productos establecida desde los procesos productivos, permite generar información necesaria para el rediseño de las estrategias de producción por medio de procesos de mitigación y adaptación para la creación del perfil de industria responsable con el medio ambiente.
Esta tendencia ambiente-consciente ha tenido un gran impacto en Europa y Japón, donde el rediseño de procesos de alto nivel y el etiquetado de productos y reportería de GEI pasó de ser una tendencia creciente a un requisito de mercado. Esta visión se está extendiendo rápidamente en otros países como respuesta a los mercados internos locales y como requisito para importación.
También hay sistemas de co-beneficios ligados a la medición y gestión de la huella de carbono industrial, ya que existen métodos de medición como la Norma PAS 2050 (desarrollada por la BSI Group a petición del Reino Unido) que ayuda a identificar oportunidades de ahorro de costes ligados al consumo de electricidad y combustibles.
El futuro
Se espera que la huella de carbono se convierta en uno de los instrumentos principales para los procesos estratégicos de mitigación y adaptación al cambio climático en los distintos sectores de la industria. Esto será un paso concreto hacia el desarrollo de un futuro sostenible.
Sin embargo, aún existen limitantes relacionadas con este indicador. Por un lado, la huella de carbono industrial debe convertirse en un instrumento ambiental de acción que busque procesos de mejora constante para apegarse a los requerimientos de reducción necesarios. Por otro lado, los impactos ambientales son más que solo carbono, por lo que tener una huella de carbono no debe dejar de lado los indicadores que no cuantifica.
Se estima que en el futuro estos indicadores deberán integrarse al momento de reportar impacto, tomar decisiones de carácter ambiental y fomentar soluciones de innovación a los desafíos del cambio climático y la conservación de recursos naturales.
Por: Mgtr. Carmen Valenzuela Chapetón | Futurista – Diseñadora estratégica con enfoque de sostenibilidad ambiental