Desde el inicio de la pandemia del COVID-19 hemos podido visualizar grandes cambios: desde económicos hasta ambientales. Este período nos ha enseñado que las decisiones que se tomen deben adaptarse a las necesidades de las personas y del planeta antes de mitigar los efectos colaterales producidos.
La reconstrucción sostenible y resiliente de nuestras prácticas ambientales a nivel industrial es un reto, pero a la vez una oportunidad clave, tal como lo mencionan las metas a tratar en noviembre en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26) en Glasgow, Inglaterra:
- Un compromiso colectivo y una hoja de ruta para acelerar la transición hacia la energía y el transporte con cero emisiones de carbono, con medidas ambiciosas sobre la fijación de precios del carbono, políticas sectoriales, la eliminación gradual del carbón y el apoyo a la innovación.
- Apoyo para la adaptación y la resiliencia, sobre todo en países pobres y vulnerables, y para la protección y reconstrucción del capital natural.
- Movilización de empresas y financiamiento privado para respaldar estos objetivos y canalizar financiamiento hacia economías de mercados emergentes y en desarrollo.
El aumento del apoyo por parte de los gobiernos y una cooperación internacional más fuerte pueden contribuir a acelerar el ritmo de innovación, disminuir aún más los costos y garantizar la disponibilidad generalizada de tecnologías de bajas emisiones de carbono, también en las economías en desarrollo.
“La reconstrucción sostenible y resiliente de nuestras prácticas ambientales a nivel industrial es un reto, pero a la vez una oportunidad clave”.
Esta década será de mucha importancia. Lo que suceda a nivel nacional e internacional determinará si la recuperación tras la pandemia del COVID‑19 vaya conforme a prácticas ambientales conscientes a la nueva realidad y si nos embarcaremos en una nueva senda de crecimiento sostenible. Si lo hacemos bien, podemos marcar el inicio de una nueva era de desarrollo sostenible con mayores oportunidades para el sector industrial.
Por: Andrea Lissette Del Cid Monterroso | Ingeniera Ambiental – Asesora Jr. en Gestión Ambiental de CIG