El espacio rural que queremos
Las mujeres rurales son actoras clave para encaminar a Guatemala y al mundo hacia el desarrollo incluyente, sostenible y resiliente. Cambios transformadores en las zonas rurales a nivel social, económico y ambiental no serán posibles sino se priorizan acciones y presupuestos para invertir en las mujeres y niñas rurales, contribuyendo a la igualdad sustantiva y a su empoderamiento económico y personal. Esto permite, además, establecer sociedades más justas, avanzar en el cumplimiento de las metas de desarrollo, fortalecerlas economías y mejorar la calidad de vida de todas y todos. En consecuencia, pasa de soñar a vivir en el espacio rural que queremos.
Por esta razón, ONU Mujeres, en alianza con diferentes actores del sector público, privado y de la cooperación internacional, ha trabajado para fortalecer el liderazgo y la participación de las mujeres rurales en espacios donde se están diseñando estrategias, políticas y programas en temas que afectan sus vidas. A través del trabajo realizado desde el área de empoderamiento económico, se ha dotado alas mujeres con habilidades que les permiten emprender un negocio,generar ingresos agropecuarios y no agropecuarios, acceder a servicios de cuidado y tecnologías ahorradoras de tiempo, tomar sus propias decisiones e incidir para que la realización de los derechos de las mujeres y la igualdad de género sea una realidad vivida.
¿Qué estrategia contribuiría sustancialmente a poner fin a la pobreza, al hambre y a todas las demás barreras sociales y económicas latentes en las zonas rurales? Existe evidencia a nivel mundial que empoderar a las mujeres rurales transforma su realidad, la de sus familias y la de sus comunidades de manera positiva. Las siguientes medidas son concretas y ayudan a orientar el camino a seguir:
1. Voluntad política de los tomadores de decisión de los diferentes sectores para priorizarla igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres rurales.
2. Crear espacios de diálogo plurales para definir políticas en materia de desarrollo rural integral con amplia representación y participación de las mujeres rurales.
3. Planificar acciones estratégicas, afirmativas e innovadoras (no tradicionales) para contribuir ala igualdad de género y al empoderamiento de las mujeres rurales, con metas claramente establecidas.
4. Asignar presupuestos específicos para la inversión en las mujeres rurales.
5. Monitorear y evaluar con rigurosidad los resultados.
Por el bienestar de las generaciones presentes y futuras de las zonas rurales, y por la construcción del espacio rural que soñamos y queremos, es momento de invertir en las mujeres y niñas rurales, reconociéndolas como actoras clave del desarrollo.