Por: María José Schaeffer y Carolina Salazar
Fotografías: Carolina Salazar
ONU Mujeres Guatemala
Trabajando conjuntamente las apiculturas rurales han hecho realidad sus sueños, generan sus propios ingresos y toman decisiones sobre ellos.
Entre 2014 y 2015 un grupo de 139 mujeres rurales de Jalapa se agruparon en cinco organizaciones y tomaron la decisión de buscar nuevas oportunidades de generación de ingresos para contribuir directamente a su empoderamiento económico y personal, así como al desarrollo de sus familias y comunidades. Esas mujeres, quienes en el pasado solo habían trabajado en labores familiares del campo sin percibir ingresos, dejaron a un lado sus miedos e iniciaron la aventura de emprender un negocio.
Iniciaron analizando la potencialidad productiva de sus comunidades, y fue así como se dieron cuenta que las condiciones topográficas, climáticas y la variada floración que cubre los suelos de Jalapa son propicias para la producción apícola. Además, este rubro productivo es ideal para las mujeres, ya que requiere pocas horas de trabajo a la semana para cuidar los apiarios, permitiendo un balance entre el trabajo no remunerado y de cuidados que realizan las mujeres día a día, con el trabajo del campo para autoconsumo y el trabajo productivo remunerado. Además, la producción apícola tiene alta demanda a nivel local y nacional, y su precio de venta es mayor que el precio de venta de los productos agrícolas tradicionales que se producen en Jalapa.
Con apoyo del programa Mujeres Emprendedoras, ejecutado por ONU Mujeres y financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, las organizaciones de mujeres montaron sus propios apiarios, compraron equipos especializados y participaron en capacitaciones técnicas intensivas en MOSCAMED, donde tuvieron la oportunidad de intercambiar experiencias y conocimientos con personas técnicas y productoras apícolas. Pasar de una actividad agrícola familiar a hacerse cargo de sus propios apiarios no fue una tarea sencilla, estas mujeres han superado varios retos, incluyendo: vencer el miedo de trabajar con abejas, organizar sus juntas directivas, decidir sobre el uso de su tiempo, tomar decisiones para la distribución de roles y tareas, realizar con éxito su primera cosecha, lograr su primera venta en los mercados locales y tomar decisiones sobre sus ingresos.
Producto de las actividades colectivas que han realizado las cinco organizaciones surgió el deseo de conformar una asociación de productoras de Jalapa; las mujeres se dieron cuenta que la unión hace la fuerza, juntas pueden intercambiar conocimientos y buenas prácticas, repartirse responsabilidades, aumentar el volumen de su oferta y acceder a mejores mercados y precios. Las 139 mujeres han transformado sus vidas al tomar la decisión de participar enérgicamente en la apicultura, y esperan a futuro poder seguir fortaleciendo este tejido colectivo con la inclusión de más mujeres y mujeres jóvenes a su asociación. Sin lugar a duda esta experiencia ha contribuido a fortalecer su empoderamiento económico y personal, permitiéndoles desarrollarse como mujeres, apicultoras y empresarias.