Algunos piensan que actuar éticamente es un gusto que las empresas de los países “pobres y corruptos” no pueden darse. Otros piensan que la ética es un freno que impide competir con agilidad en un mundo difícil como el nuestro.
Sin embargo, pensar así es tan absurdo como decir que comer y dormir son pérdidas de tiempo para vivir. Está claro que sin comida ni descanso la vida se vuelve inviable. De manera análoga, la ética es una condición de posibilidad de una actividad empresarial verdaderamente sostenible, no un condimento que se le agrega a las decisiones según el gusto de cada quien.
Como se puede intuir, las alternativas son, por un lado, resultados deslumbrantes en el corto plazo a costo de lacerar la conciencia y dañar a otras personas; y por otro lado, resultados, que no tienen por qué ser menos deslumbrantes, pero sostenibles en el mediano y largo plazo, más una conciencia tranquila y un prestigio bien ganado. Suelo decir que cuando un empresario afirma que sólo se mueve por resultados, entonces hay que tenerle miedo. Tenerle miedo porque un delincuente también se mueve sólo por resultados. La diferencia es que un verdadero empresario prioriza el largo plazo, ve las cosas con más perspectiva.
Para quitar de la mente esa idea errónea de que la ética es un lastre, es necesario entenderla como condición previa sin la cual no es viable un crecimiento sostenible. Pensemos en esos tres principios éticos: respeto a la vida, a la propiedad privada y a la verdad. Son tres pilares sobre los que descansa toda la actividad económica y empresarial. Y pensemos en las graves consecuencias de que sectores sin escrúpulos actúen al margen de ellos.
La ética no es cosmética sino esencial. Dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Pues bien, basta ya de decir que la ética sólo puede ser practicada en sociedades avanzadas que han tenido el privilegio de tener buenos gobernantes. Cuidado con esa mentira que puede convertirse en verdad a base de repetirla con tanta insistencia. La ética está en la base del verdadero valor compartido y en la base de unas relaciones comerciales del tipo ganar-ganar. Es tiempo de empezar a repetir esta verdad para que se grave en la mente de quienes toman decisiones.
Texto: Hugo Cruz Rivas, Ph.D.
Director Académico de UNIS Business School
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