Guatemala Investment Summit 2013 es una magnífica oportunidad y un botón de muestra de los esfuerzos de aquellos que arriesgan y apuestan por el país y debería
convertirse en un polo de atracción de inversores extranjeros que tengan fe en el futuro guatemalteco.
Es frecuente escuchar propuestas políticas y hasta mágicas fórmulas sobre cómo generar empleo. Los políticos han terminado por convencer a los ciudadanos, todos crédulos y muchos desinformados, que son capaces y realmente pueden crear empleo.
Si la definición que toman es la acepción del diccionario que determina que emplear es “destinar a alguien al servicio público”, hay que reconocer que hasta pueden tener algo de razón. El político elegido, lo único que puede hacer es otorgar puestos públicos que no producen nada y requieren de una inversión que financia quien paga impuestos.
Si por empleo productivo se entiende aquel que genera dividendos, únicamente es posible hacerlo por medio de la inversión privada. No hay de otra, aunque quieran retorcer argumentos. Y es precisamente ahí donde hay que prestar atención. El empleo, aquel trabajo que integra a personas y genera una determinada rentabilidad que puede reinvertirse, únicamente se puede hacer sobre la base de arriesgarse y emprender una determinada empresa.
Las personas que asumen esos riesgos y ponen su capital a disposición de una idea que pretenden hacer rentable una vez sea aceptada por el consumidor, pertenecen a la iniciativa privada y, en modo alguno, son producto de políticas partidarias.
El Gobierno, en toda esta discusión, solamente tiene una dirección que tomar y es asegurar el Estado de Derecho, de forma que las inversiones tengan certeza jurídica y los contratos se cumplan a cabalidad. Un país que no tiene el marco jurídico suficiente que permite litigar con certeza, simplemente ahuyenta las inversiones por falta de certeza.
El evento Guatemala Investment Summit 2013, pretende ser un espacio justamente de atracción de inversiones sobre la oportunidad de generar modelos de negocios. Promueve al país desde la perspectiva de los recursos con que cuenta, el tamaño del mercado y la potencialidad de su gente, sobre todo de jóvenes.
El ciudadano, inversor o consumidor, necesita hacer sus cálculos sobre la base de parámetros previsibles que se dan en cualquier sociedad mínimamente desarrollada y que posibilitan planificar a mediano y largo plazo. Cuando las reglas de juego vigentes pueden ser modificadas a criterio del político de turno, de abogados inescrupulosos, de jueces manipulados o están sujetas a un sistema de corrupción generalizada, no es posible esa planificación y, por tanto, la inversión y el consumo se ven afectados significativamente. La atracción de capitales, en esos casos, únicamente es rentable para aquellos que se han denominado “golondrinas” o también para “inversores emergentes” que generalmente están ligados a delitos relacionados con el crimen organizado o el narcotráfico.
Un país que aspira al desarrollo, a una vida en sociedad equilibrada y a la sujeción a normas generales y abstractas, debe reflexionar sobre cómo construir los pilares en los que sustenta su futuro. De nada sirven medidas paliativas ni temporales que permitan crear un clima mínimamente estable. Este escenario debería de ser el objetivo general que como país se tuviese y ser el norte, en definitiva, del actuar político para construir una nueva imagen nacional, además de destruir de una vez la percepción de país violento, inmaduro, manipulado, cooptado y con altos índices de corrupción.
Guatemala Investment Summit 2013 es una magnífica oportunidad y un botón de muestra de los esfuerzos de aquellos que arriesgan y apuestan por el país y debería convertirse en un polo de atracción de inversores extranjeros que tengan fe en el futuro guatemalteco.
“El cambio en la ejecución del gasto público, por medio de una gestión para resultados, haría una gran diferencia en la calidad de los servicios del Estado a la población”.