En 2012 la producción del país ascendió a Q394 mil 600 millones. Las industrias manufactureras y el comercio fueron las dos actividades económicas que más aportaron (ver gráfica). La quinta actividad de mayor proporción fue “Administración pública y defensa”. Esto demuestra que la magnitud de los recursos utilizados por el sector público es una razón suficiente para que la eficiencia y eficacia del Estado sea de interés para todos. ¿Por qué? Porque una baja calidad de Gobierno se convierte en obstáculo para el crecimiento económico y en pocos servicios públicos y de baja calidad. Un gasto ineficiente no mejora las capacidades de las personas y le resta competitividad a las empresas.
En el sector privado los empresarios tienen claro que alcanzar la eficiencia y eficacia en el uso de los recursos es imprescindible para la sobrevivencia de la empresa. Por tal razón, sus altos gerentes y gerentes medios deben tener las capacidades necesarias para dirigir las operaciones hacia la mejora continua. No hay otro sector en el que esto sea más claro que en el sector industrial, pues la complejidad de sus operaciones requiere de una destreza especial para realizar con éxito los procesos productivos y de distribución.
En el sector público pareciera que esta lógica no prevalece. Incluso, se puede llegar a creer que los recursos del Estado son ilimitados y las finanzas públicas nunca van a quebrar. Los casos de Grecia y Portugal nos muestran que esta afirmación es errónea. Claramente en el sector público existe una dificultad manifiesta para proveer los incentivos adecuados para el uso eficiente y eficaz de los fondos, por lo que es necesario proveer al Estado un marco bajo el cual analizar la funcionalidad del Gobierno. Este marco puede ser la gestión para resultados.
El objetivo final de la gestión estatal para resultados es mejorar la calidad del gasto a través de un enfoque de resultados en el sistema de gestión. Los fondos asignados presupuestariamente deben dirigirse a financiar actividades establecidas en un plan estratégico que tenga objetivos medibles y el detalle de las acciones que se llevarán a cabo para alcanzar los mismos. Una buena gestión también implica verificar los alcances de cada una de las acciones e implementar medidas correctivas en aquellas que no hayan logrado la meta establecida.
La mejora del gasto por medio de la gestión pública va más allá de contar con presupuestos basados en resultados donde se vincula la utilización de las finanzas con indicadores de medición del desempeño. Es un primer paso, pero también implica tener un plan estratégico con objetivos medibles y el detalle de las acciones a poner en marcha. Hacer eficiente el gasto implica evitar fugas de recursos en precios altos o ineficiencias en el consumo.
La gestión pública necesita buenos políticos pero aún más, buenos gerentes que puedan aplicar procesos avanzados de gestión para obtener resultados, con el fin de ofrecer servicios de calidad y eficiencia.