Por Sigfrido Lee
Dejemos de ver hacia el pasado y ocupémonos del futuro: ¿pasada la crisis, realmente existen las condiciones necesarias para potenciar el desarrollo de todos los guatemaltecos?
A nivel internacional hay un fuerte debate sobre si la crisis económica financiera terminó o continúa, algún consenso hay de que lo peor ya pasó; persisten algunas dudas si será una recuperación larga y difícil, y también hay dudas sobre una posible recaída. En el caso de Guatemala, parecieran confirmarse la mayoría de estas percepciones. Sin embargo, ¿ahora qué?
En el 2007, Guatemala alcanzó la tasa de crecimiento más alta de los últimos 30 años: 6.3 por ciento. Pero esto fue un caso extraordinario. Si evaluamos nuestra historia desde la década de los 90, aproximadamente hemos crecido tres por ciento en promedio cada año. Éste no es un crecimiento tan malo, hasta que se toma en cuenta que la población crece a una tasa de 2.5 por ciento anual. Entonces, resulta que estamos en una trayectoria de desarrollo mediocre.
La pregunta del millón siempre será cómo lograr un crecimiento económico que nos permita hacer frente a los múltiples retos que tiene el país. Respecto a cómo hacer esto, hasta el momento no hay recetas mágicas. En el mejor de los casos, existen algunos principios mínimos que se deben lograr: una macroeconomía sana, generar más inversión en capital y promover la creación de más y mejores empleos.
Respecto al primero de estos, no hay mucho que decir: inflación baja y estable. Ahora, lograrlo no siempre ha sido tan fácil, ya que para alcanzar este objetivo es necesaria una política fiscal sana. Sin embargo, el objetivo del político es lo contrario, aumentar el gasto público. Afortunadamente, los guatemaltecos hemos logrado un consenso social sobre la importancia de este objetivo. En todo caso, tenemos que mantenernos vigilantes de que se cumpla en todo momento.
Por otro lado, generar inversión siempre se ha visto como algo muy complicado, ya que depende de muchas cosas. Sin embargo, el inversionista muchas veces quiere cosas sencillas: estabilidad en las “reglas del juego”, garantía de que no se le expropiará su inversión ni las rentas de la misma y un ambiente relativamente estable que le permita planificar y que no le imponga costos innecesarios.
Finalmente, si se cumplen las primeras dos condiciones, la creación de empleos sería una consecuencia directa. En todo caso, debe aclararse que el empleo y la inversión están mutuamente interrelacionados: si no hay inversión, tampoco habrá empleo. Asimismo, si los costos de crear una plaza de trabajo son demasiado altos, tampoco se realizarán las inversiones.
A Guatemala, según “expertos”, la crisis internacional no le pegó tan duro como otros países latinoamericanos. Aún así, no se veían tasas de crecimiento tan bajas desde los años 80, la década pérdida. Ahora bien, dejemos de ver hacia el pasado y ocupémonos del futuro: pasada la crisis, ¿realmente existen las condiciones necesarias para potenciar el desarrollo de todos los guatemaltecos?
A Guatemala, según “expertos”, la crisis internacional no le pegó tan duro.