Transparency International es la organización que desde 1993 se ha dado a la tarea de poner la lupa sobre la corrupción en el mundo. Su principal producto es el índice de percepciones de la corrupción (CPI por sus siglas en inglés) que vio la luz pública por primera vez en 1995.
La corrupción no es un tema que puede abandonarse a las “buenas conciencias”. Probablemente es responsable de manera importante en el atraso y las dificultades que tenemos en Latinoamérica para desarrollarnos y prosperar. Aún el acto aparentemente más intrascendente de pagar por un privilegio pasajero rápidamente se convierte en un descalabro económico cuando se multiplica por las veces que se repite y un daño social cuando consideramos las injusticias que provoca. Los efectos de la corrupción afectan a toda la sociedad. En el plano económico significa distorsiones que debilitan la capacidad de los mercados para asignar eficientemente los recursos económicos de la sociedad. El pago de dádivas para alterar decisiones de proveedores y de compradores al final del día provoca que el consumidor reciba productos más caros y de menor calidad. La extorsión y el cohecho con autoridades y responsables de la política y de la administración pública también tienen por consecuencia que las tareas gubernamentales se cumplan deficientemente y que las políticas públicas no rindan los resultados para las que fueron diseñadas.
Por si todo esto fuera poco, la corrupción tiene efectos discriminatorios. No sólo el acceso a servicios públicos se vuelve más elitista, sino que aún los valores que deberían dar cohesión a una sociedad se desdibujan y fertilizan el ambiente para que la división y el encono sociales puedan prosperar.
La gráfica recoge la calificación que los encuestados dan a la corrupción en sus países para diferentes instituciones y círculos sociales. Hemos tomado sólo los datos de Guatemala y los de Latinoamérica para comparar. Una calificación de 5 significa que la corrupción es muy alta. El valor de 1 es lo contrario, es decir relativamente libre de corrupción. Los datos sugieren que en Guatemala la opinión sobre la corrupción es muy similar a la que en general se tiene en Latinoamérica.
Quizás como diferencias podrían mencionarse las ONGs y el Ejército, que en Guatemala se percibe como un poco menos corrupta que en la región. Por el otro lado podría destacarse los servicios de registro y permiso, que en el país parecen un tanto más corruptos que en el resto de Latinoamérica.
Como en Latinoamérica, Guatemala tiene una gran oportunidad si reduce la corrupción. Las empresas y las personas podrían concentrar su talento en la competencia económica y no en los artilugios de la corrupción para conseguir privilegios que, de cualquier manera, terminan sucumbiendo bajo el peso de la competencia global.