Por: Esteban Castillo | Coordinador de Contenido Editorial de Cámara de Industria de Guatemala
Luego de 13 años en la Junta Directiva de Cámara de Industria de Guatemala (CIG) y dos al frente de la presidencia, Raúl Bouscayrol culmina un período marcado por desafíos políticos y un compromiso firme con la industrialización del país. Al dejar el cargo, reflexiona sobre el rol de una institución que ha moldeado a Guatemala durante más de 65 años, las decisiones que definieron su presidencia y el camino hacia un futuro industrial más sólido.
Un liderazgo con propósito
Para Raúl, dirigir CIG fue un privilegio, guiado por la misión de fortalecer la industria guatemalteca, lo cual representa una enorme responsabilidad.
Es un gran honor liderar esta tremenda institución”.
Destaca el objetivo de transformar el país a través de la industrialización. Su experiencia en la directiva reforzó su convicción en el papel de CIG como motor de progreso. “Genuinamente estoy convencido de que lo que esta institución hace es tratar de industrializar el país para lograr el anhelado desarrollo y ese potencial de crecimiento que tiene Guatemala”, reflexiona.
Esta visión orientó su liderazgo en un contexto de retos significativos, desde transiciones políticas hasta estancamiento económico. Su presidencia no buscó reconocimientos personales, sino consolidar a CIG como una fuerza unificadora del sector privado, al que considera la columna vertebral de la economía. “El sector privado aporta ese 90% del PIB, invierte en el país y cree en Guatemala”, comenta.
Enfrentar la tormenta
El mandato de Raúl enfrentó un momento decisivo en octubre de 2023, cuando diferentes bloqueos marcaron una de las transiciones de gobierno más tensas de la historia reciente del país. “Nos declararon el enemigo sin nosotros serlo”, recuerda, en alusión al eslogan que hablaba de un futuro sin CACIF y a las acciones de protesta que apuntaron directamente a Cámara.
En este contexto, el liderazgo institucional fue clave. “Hubo que tomar algunas acciones y decisiones para tratar de bajar las tensiones y asegurar que no fuera a haber un rompimiento constitucional y un estallido social en el país”, explica. Los bloqueos afectaron cadenas de suministro y actividades económicas, impactando a empresarios y ciudadanos. Raúl optó por fomentar el diálogo y preservar la estabilidad. Este episodio, cree, marcó su gestión, evidenciando la importancia de la resiliencia y la unidad ante la adversidad.
Fortalecer el núcleo industrial
Un pilar clave de su liderazgo fue robustecer la estructura institucional de CIG. Raúl priorizó la unión entre empresarios, reconociendo su fuerza colectiva como motor de progreso nacional. Sus esfuerzos se centraron en cambiar percepciones, presentando al sector privado como un aliado del desarrollo y no como un obstáculo.
Esta unión se tradujo en acciones concretas para abordar barreras sistemáticas a la industrialización. Raúl identificó tres obstáculos: infraestructura deficiente, tramitología excesiva y falta de certeza jurídica.
Si no se tiene las carreteras, los puertos y los aeropuertos, no hay forma que podamos crecer en nuestra economía”.
Además, la burocracia, con miles de trámites engorrosos, resta eficiencia, mientras que reglas poco claras ahuyentan la inversión. Por ello, su gestión atajó estos problemas mediante la colaboración con instituciones públicas, sentando bases para avances a largo plazo.
Propuestas sobre quejas
El liderazgo de Raúl se distinguió por su enfoque propositivo. “Si uno se va a quejar, tiene que tener propuestas”, comenta. CIG mantuvo un diálogo constructivo con el gobierno y el Congreso de la República, especialmente en temas de infraestructura y reformas regulatorias. Un logro destacado fue el impulso a la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria, diseñada para transformar la inversión en carreteras y activos clave. “Es una forma diferente de invertir, y creemos que ese cambio en el modelo va a permitir que tengamos las carreteras que necesitamos”, explica.
CIG también abogó por actualizar la Ley de Alianzas Públicas para agilizar asociaciones público-privadas. La propuesta de una nueva Ley de Puertos, para aliviar la congestión portuaria, y los esfuerzos por modernizar la operación de aeropuertos reflejan el compromiso de CIG con modelos innovadores.
Aprovechar la inversión
Impulsar la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) fue un eje central de la visión de Raúl como presidente de CIG. Ve en Guatemala el potencial para competir con países como Costa Rica, que capta mucho más IED pese a tener una economía menor. “Guatemala necesita atraer más inversión extranjera directa. Eso sin lugar a dudas”, afirma. Para lograrlo, aboga por reglas claras, procesos simplificados y un marco legal sólido.
Tenemos que mandar el mensaje a los inversionistas que Guatemala está abierta para la inversión”.
La generación de cadenas de abastecimiento seguras, que aprovecha la cercanía de Guatemala con Estados Unidos, presenta oportunidades y considera que debe de aprovecharse. “Esa ventana no estará abierta al infinito”, advierte. Sin embargo, mantiene el optimismo por las ventajas estratégicas del país, “Estamos geográficamente bendecidos”, añade, instando a capitalizar estas fortalezas para atraer inversión.
Un aliado financiero sólido
En su visión, el sistema financiero guatemalteco es una fortaleza subestimada. Durante estos dos años, mantuvo una relación fluida con los actores clave del sector bancario y destacó el hecho de que la mayoría del capital de la banca nacional es guatemalteco.
Eso, en su criterio, garantiza que el beneficio se quede en el país. Además, resaltó la estabilidad macroeconómica, las tasas de interés competitivas y el tipo de cambio que se ha mantenido estable durante dos décadas. “Como guatemaltecos, deberíamos sentirnos orgullosos y cuidar ese sector financiero que ha hecho las cosas bien”.
Respeto y admiración
En el plano personal, su paso por la presidencia dejó un impacto profundo. “Más admiración y respeto por todos los empresarios guatemaltecos y lo que genuinamente hacemos por este país”, comenta. Reconoce que liderar CIG fue una experiencia que le confirmó el valor del trabajo gremial y la fuerza colectiva del empresariado.
Sabe que el potencial del país no es una ilusión, sino una posibilidad real que requiere continuidad, enfoque y decisión. Aunque deja la presidencia, seguirá participando como empresario y socio activo de la institución. Se mantendrá disponible para apoyar “en todos los espacios en los que pueda”.
Hacia el futuro
Raúl visualiza para CIG un rol continuo como institución propositiva, manteniendo canales abiertos con las autoridades para avanzar en su agenda. A su sucesor y al sector industrial, deja un mensaje de confianza y continuidad. “La Junta Directiva de esta institución cuenta con tremendos profesionales comprometidos con este país, y estoy seguro de que se le va a dar continuidad a lo bueno y de que se harán los cambios necesarios para avanzar en ese proceso de mejora y evolución que Cámara requiere para atender los retos del futuro”, afirma.
Su fe en el liderazgo de CIG y su misión de industrializar Guatemala se sostiene en la certeza de que la institución está preparada para enfrentar las industrias del mañana. En esa visión, reconoce también con admiración a los colaboradores de CIG.
Sin ustedes, habría sido imposible alcanzar lo que logramos”.
Ese grupo de profesionales, comprometido y apasionado, ha sido pieza clave para sostener y ejecutar la labor institucional.
La presidencia de Raúl Bouscayrol deja un legado de resiliencia, unión y propuestas visionarias. Mientras Guatemala enfrenta nuevos desafíos y oportunidades, su gestión recuerda que el progreso exige colaboración, claridad y un compromiso firme con el potencial del país. El camino hacia la industrialización es extenso, pero bajo su liderazgo, CIG ha trazado los cimientos para una Guatemala más fuerte y competitiva.