Por: Krista Bocanegra | Gerente General Ambiente Guatemala
La industria de la construcción en Guatemala es un motor fundamental del desarrollo económico del país, generando empleo, infraestructura y progreso en múltiples sectores. Con el constante crecimiento de proyectos residenciales, comerciales e industriales, el sector ha asumido un papel protagónico en el dinamismo económico nacional.
Sin embargo, junto con este crecimiento, también aumentan los desafíos en materia de seguridad y salud ocupacional. Las obras de construcción implican riesgos significativos que deben ser gestionados de forma proactiva para prevenir accidentes laborales y, en los peores casos, fatalidades.
En los proyectos de construcción es indispensable la inclusión del Segurista Industrial o Monitor, un actor clave y profesional encargado de velar por la prevención de accidentes en los entornos de obra. Su función es coordinar, supervisar y asegurar que las actividades constructivas se realicen bajo condiciones seguras, cumpliendo con las normativas nacionales y buenas prácticas en salud y seguridad ocupacional.
Contar con esta figura fomenta el cambio cultural necesario en los proyectos, promoviendo la coordinación entre todos los involucrados: contratistas, trabajadores, supervisores, entre otros, mediante la sinergia con los seguristas representantes de cada actor.
La implementación efectiva de estrategias preventivas no solo minimiza riesgos, sino que también mejora la productividad, la calidad del trabajo y la reputación de las empresas constructoras. Los proyectos con gestión de riesgos robusta avanzan sin interrupciones por incidentes, reducen costos por indemnizaciones o sanciones, y generan confianza entre clientes, socios y comunidades.
La presencia del segurista industrial permite el monitoreo constante de las condiciones laborales, la verificación del uso adecuado del equipo de protección personal, el cumplimiento de protocolos de seguridad y la formación continua de los trabajadores.
Cada vez más empresas constructoras en Guatemala están incorporando esta figura como parte integral de sus equipos.
La tendencia apunta hacia una transformación cultural del sector, donde la prevención de riesgos deja de ser una obligación administrativa para convertirse en un valor corporativo esencial».
Fomentar esta cultura requiere compromiso en todos los niveles: desde la alta dirección hasta los trabajadores en campo. Invertir en seguridad no solo salva vidas, sino que también fortalece la sostenibilidad de la industria a largo plazo.