En un contexto en el que la preocupación por la contaminación es cada vez más apremiante, el reciente «Borrador Cero» del tratado internacional dirigido a combatir este desafío marca un significativo avance hacia un futuro más sostenible. No obstante, al reconocer este progreso, es esencial destacar la urgente necesidad de una mayor sensibilidad hacia los países en desarrollo por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Los países en vías de desarrollo –motor incuestionable del crecimiento económico y social global– se enfrentan a obstáculos monumentales en su camino hacia la sostenibilidad. Según el Banco Mundial, el promedio generado de desechos sólidos por persona es directamente proporcional por el nivel de ingresos, lo cual se ve reflejado en los países. La carencia de infraestructura adecuada, las limitadas capacidades gubernamentales locales y los niveles de ingresos de la población significativamente inferiores, son solo algunos de los retos que amenazan con dificultar la implementación efectiva de las disposiciones contenidas en este instrumento en gestación.
En el corazón de esta preocupación yace el reconocimiento de que la sostenibilidad debe ser una gestión inclusiva. Exigir el mismo nivel de cumplimiento a países o regiones con realidades tan dispares, no solo es poco práctico, sino que también puede perpetuar desigualdades sistémicas. La gestión de residuos es desafiante en los países en desarrollo, por la carencia de infraestructura adecuada y es visible la diferencia en relación a las economías desarrolladas. La tasa de recolección en el área rural y urbana, de acuerdo al Banco Mundial, varía en los países en relación con sus ingresos. Es en este contexto, el principio de «responsabilidades compartidas, pero diferenciadas», debería pilotear el rumbo hacia un enfoque más equitativo y efectivo en el marco del Derecho Internacional Ambiental.
La gestión de residuos es desafiante en los países en desarrollo”.
Este principio, cincelado en la piedra angular del desarrollo sostenible, busca armonizar las expectativas con las capacidades reales de cada nación. Además, reconoce que, si bien todos compartimos la responsabilidad de preservar nuestro planeta, no todos contamos con las mismas herramientas para hacerlo. Los países en desarrollo merecen no solo un espacio en la mesa de negociaciones, sino también un compromiso sincero y práctico por parte de la comunidad internacional para fortalecer sus capacidades y apoyar su trayecto hacia la sostenibilidad.
La visión de un mundo libre de la contaminación de desechos sólidos es un objetivo común y ambicioso. Según Plastic Europe, en 2021, en materia de distribución de la producción global de plástico, China por sí solo alcanzó casi un tercio de la producción de plásticos a nivel mundial, América del Norte 18%, el resto de Asia representó un 17%, la Unión Europea un 15%, Medio Asia y África el 8%, y América Latina únicamente el 4%. Sin embargo, para materializar esta visión, debemos trascender las fronteras geográficas y socioeconómicas, y tejer un tapiz global que abrace la diversidad de capacidades y circunstancias de cada nación.
El «Borrador Cero» marca el inicio de un diálogo vital y necesario, y representa la oportunidad de no solo legislar, sino también de inspirar y capacitar a las naciones en desarrollo para que sean líderes activos en esta lucha compartida. Es un llamado a la comunidad internacional para que se convierta en aliada genuina de los países que más lo necesitan.
El «Borrador Cero» marca el inicio de un diálogo vital y necesario”.
En última instancia, la clave para un tratado internacional efectivo radica en su capacidad de ser un catalizador de cambio inclusivo que reconoce y valora las diversidades globales; que transforma desafíos en oportunidades; y que, finalmente, avanza hacia un futuro más limpio y sostenible para todos. Es en este espíritu que el «Borrador Cero» debe evolucionar, no solo como un tratado, sino como un compromiso colectivo para proteger nuestro hogar común.
Por: Julio César Orozco | Director Ejecutivo de la Gremial de Alimentos y Bebidas (GREMAB)