La Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente le encargó al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el desarrollo de un tratado internacional vinculante para abordar el tema del plástico. Si bien, es loable el objetivo de poner fin a la contaminación, es crucial analizar las implicaciones de este instrumento, tanto para la industria como para los países en desarrollo.
El instrumento propuesto busca promover la producción y el consumo sostenibles del plástico, así como la gestión ambientalmente racional de los desechos. Sin embargo, es importante reconocer que la prohibición de ciertos polímeros, como lo pretende el instrumento, no es viable debido a factores de inocuidad y falta de sustitutos viables técnica o económicamente. A lo largo del tiempo, el plástico ha demostrado su valor en los procesos productivos y en nuestra vida cotidiana. En lugar de estigmatizar al plástico, debemos centrarnos en mejorar la gestión de residuos y promover la economía circular.
Es fundamental considerar las realidades de los países en desarrollo en este proceso. La gestión de residuos es un desafío considerable en estos países debido a la falta de infraestructura adecuada. Existe una clara brecha entre los países desarrollados y los países en desarrollo en cuanto a la capacidad de implementar medidas eficaces de gestión de residuos. Por lo tanto, es necesario que los requisitos establecidos por el instrumento sean factibles y escalables para los países en desarrollo, teniendo en cuenta sus realidades y capacidades.
Además, es imprescindible promover la asistencia financiera, la creación de capacidad y la transferencia de tecnología a los países en desarrollo. Sin un apoyo adecuado, sin lugar a duda, enfrentarán dificultades para cumplir con los objetivos del instrumento. Es esencial que las medidas propuestas sean realistas y acordes con la realidad de cada país.
El instrumento propuesto busca promover la producción y el consumo sostenibles del plástico”.
En el contexto de la industria, es importante involucrar a los actores clave del entramado productivo en la construcción de este instrumento, pues son ellos quienes conocen mejor si ciertas medidas son viables técnica y económicamente, o si existen en el mercado. La imposición de impuestos, licencias, cuotas y moratorias podría tener más implicaciones negativas que positivas para la industria y, consecuentemente, los consumidores y usuarios finales también se verían afectados. En lugar de medidas punitivas, es necesario fomentar la colaboración y promover la adopción de estándares internacionales, la armonización de regulaciones y la cooperación entre los países.
La innovación en tecnologías de empaques y envases, por ejemplo, ha sido resultado de décadas de investigación científica, orientada a garantizar la seguridad e inocuidad de los alimentos y otros productos de consumo masivo. Es crucial no limitar la capacidad de la industria para seguir innovando y garantizando la seguridad alimentaria, entre otros aspectos. Debemos encontrar un equilibrio entre la regulación y la innovación, promoviendo una cultura de responsabilidad compartida entre empresas, consumidores y gobiernos locales.
En el caso de Guatemala, es esencial dar continuidad a iniciativas como el Acuerdo Gubernativo 164-2021, que establece lineamientos para la gestión de residuos sólidos. Sin embargo, debemos evitar la sobrerregulación, ya que podría generar una carga innecesaria para los sectores y desalentar la innovación en materia de empaques y envases sostenibles. Es necesario promover un enfoque equilibrado que combine la regulación efectiva con la promoción de la responsabilidad compartida.
Para lograr un futuro más sostenible y libre de contaminación, es vital abordar la gestión de residuos de manera integral y promover la economía circular. Esto implica la participación de todos los actores involucrados, incluyendo empresas, consumidores y gobiernos locales, entre otros. La responsabilidad compartida debe ser un principio fundamental en la construcción del instrumento, reconociendo las circunstancias y capacidades particulares de cada país.
Solo a través de un enfoque equilibrado y colaborativo podremos avanzar hacia un futuro más limpio y sostenible”.
En conclusión, si bien el instrumento internacional en construcción para poner fin a la contaminación por plásticos busca abordar un problema importante, es crucial analizar sus implicaciones para los sectores y los países en desarrollo. La prohibición indiscriminada de polímeros y de medidas punitivas podrían tener consecuencias negativas que nos alejen del objetivo legítimo del instrumento. En su lugar, debemos promover la gestión adecuada de residuos, los incentivos a la innovación, la economía circular y la colaboración entre todos los actores involucrados. Solo a través de un enfoque equilibrado y colaborativo podremos avanzar hacia un futuro más limpio y sostenible.
Por: Julio César Orozco | Director Ejecutivo de la Gremial de Alimentos y Bebidas (GREMAB)