Gestionando… la ansiedad

Comunicación CIGdiciembre 2020

German Retana
Ph.D. cosultor de empresas

Es normal sentirnos nerviosos en situaciones percibidas como amenazantes. Así se detona un estado de alerta y una reacción ante el peligro. El riesgo es que la dosis de ansiedad sea excesiva y tome el control mental, desatando pensamientos y conductas que pueden perjudicar la salud.

Este tema pone de relieve el aprendizaje de las experiencias desde la infancia. Por eso el hábito arraigado de huir o confrontar la incertidumbre difiere de una persona a otra. Incluso, algunas niegan los síntomas de ansiedad que muestran. Clasifiquemos las respuestas en dos categorías.

Respuestas disfuncionales: algunas de ellas son el pánico, la exageración de la magnitud de la amenaza, el negativismo, el mal humor, la hipersensibilidad y las elucubraciones dramáticas. La ilusión de ser invulnerable causa una desarmonía íntima que afecta las relaciones afectivas. Algunas personas se vuelven irritables y perturban a las demás al crear un ambiente tenso. Otras se aíslan, se paralizan y desatienden su salud. En general, estamos equipados para lidiar con tan natural emoción, ahora, cuando su expresión se sale de control ha llegado al momento de buscar ayuda profesional.

Respuestas funcionales: aceptar el estado de ansiedad, asumirlo como un aviso preventivo, en lugar de rechazarlo, es liberador. Anticipar escenarios posibles y visualizar respuestas genera confianza. Pocos asuntos son de vida o muerte, comprender eso es vital. Con disciplina y paciencia se enfrenta mejor una pandemia, por ejemplo.

Hay que cultivar la serenidad, pues no todo es controlable. Algunas veces está bien sentirse mal, y eso no es lo mismo que sufrir. Aceptar la imperfección nos reviste de flexibilidad para fluir con los retos y de humildad para aprender de los errores, sin delirios de perfección.

Una respuesta positiva a la ansiedad posibilita movilizar recursos en la dirección correcta. Facilita una actitud adaptativa, se toma distancia y se reacciona en el momento preciso, evitando complicaciones innecesarias. Desde el autoconocimiento, la paz interior y la fe en nosotros, cultivamos mayor estabilidad emocional.

Según Martín Etchevers, una pandemia incrementa el arsenal de reacción que posee cada persona. “Quien es un poco temeroso va a ser un poco más temeroso, quien es un poco más negativo va a sufrir más desesperanza, quien es un poco arriesgado, se va a arriesgar más. Y quien es más depresivo va a tener más desesperanza […] los que han violado la cuarentena son a los que, en general, les cuesta aceptar las normas”, asegura este psicólogo. ¿Qué le parece si duplica sus respuestas funcionales y ayuda a otros a hacer lo mismo? Recuerde: las conductas altruistas son fuente de bienestar…

«Algunas veces está bien sentirse mal, y eso no es lo mismo que sufrir»

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