German Retana
Ph.D. cosultor de empresas
Es normal sentirnos nerviosos en situaciones percibidas como amenazantes. Así se detona un estado de alerta y una reacción ante el peligro. El riesgo es que la dosis de ansiedad sea excesiva y tome el control mental, desatando pensamientos y conductas que pueden perjudicar la salud.
Este tema pone de relieve el aprendizaje de las experiencias desde la infancia. Por eso el hábito arraigado de huir o confrontar la incertidumbre difiere de una persona a otra. Incluso, algunas niegan los síntomas de ansiedad que muestran. Clasifiquemos las respuestas en dos categorías.
• Respuestas disfuncionales: algunas de ellas son el pánico, la exageración de la magnitud de la amenaza, el negativismo, el mal humor, la hipersensibilidad y las elucubraciones dramáticas. La ilusión de ser invulnerable causa una desarmonía íntima que afecta las relaciones afectivas. Algunas personas se vuelven irritables y perturban a las demás al crear un ambiente tenso. Otras se aíslan, se paralizan y desatienden su salud. En general, estamos equipados para lidiar con tan natural emoción, ahora, cuando su expresión se sale de control ha llegado al momento de buscar ayuda profesional.
• Respuestas funcionales: aceptar el estado de ansiedad, asumirlo como un aviso preventivo, en lugar de rechazarlo, es liberador. Anticipar escenarios posibles y visualizar respuestas genera confianza. Pocos asuntos son de vida o muerte, comprender eso es vital. Con disciplina y paciencia se enfrenta mejor una pandemia, por ejemplo.
Hay que cultivar la serenidad, pues no todo es controlable. Algunas veces está bien sentirse mal, y eso no es lo mismo que sufrir. Aceptar la imperfección nos reviste de flexibilidad para fluir con los retos y de humildad para aprender de los errores, sin delirios de perfección.
Una respuesta positiva a la ansiedad posibilita movilizar recursos en la dirección correcta. Facilita una actitud adaptativa, se toma distancia y se reacciona en el momento preciso, evitando complicaciones innecesarias. Desde el autoconocimiento, la paz interior y la fe en nosotros, cultivamos mayor estabilidad emocional.
Según Martín Etchevers, una pandemia incrementa el arsenal de reacción que posee cada persona. “Quien es un poco temeroso va a ser un poco más temeroso, quien es un poco más negativo va a sufrir más desesperanza, quien es un poco arriesgado, se va a arriesgar más. Y quien es más depresivo va a tener más desesperanza […] los que han violado la cuarentena son a los que, en general, les cuesta aceptar las normas”, asegura este psicólogo. ¿Qué le parece si duplica sus respuestas funcionales y ayuda a otros a hacer lo mismo? Recuerde: las conductas altruistas son fuente de bienestar…