RSE es una manera eficiente de hacer negocios, un modelo de acción que puede apoyar a construir juntos el país donde queremos vivir.
Colaboración especial:
Juan Ramón Aguilar Ibarra / gerente
Departamento Estratégico de Gestión Ambiental
Grupo Progreso / [email protected]
El concepto de la Responsabilidad Social Empresarial, conocida por sus siglas como RSE, inició en Guatemala como una contribución a los modelos de desarrollo sostenible en 1998, generando ideas novedosas y teorías respaldadas; que, adicionalmente, impulsaban acciones dirigidas a la contribución de la mejora del medioambiente, las condiciones laborales y apoyo a las comunidades.
Hoy en día, para varias de las empresas guatemaltecas, la definición de RSE se ha convertido en la forma de operar y es parte de la estrategia de acción que se toma en cuenta para lograr el objetivo de la sostenibilidad de los negocios; modificándose en el tiempo, de ser un concepto y una teoría, a ser una realidad práctica. Esta madurez del sistema, de pasar de conocimientos teóricos a buenas prácticas e impulso de proyectos sostenibles en las operaciones, es parte de lo que hace posible el desarrollo de una cultura ambiental, social y económica eficiente.
Cuando se analizan los niveles de prácticas según los planes definidos de las empresas que adoptan en sus principios y valores la RSE, se observa claramente cómo las operaciones pasan de un proceso obligatorio, que cumple con las normativas establecidas (mínimo requerido), a un esquema necesario, que adopta relaciones con las comunidades, que van dirigidas a públicos interesados; y, por último, se transforman a un nivel de madurez superior, que conlleva generar un sistema voluntario, el cual adopta maniobras de alto desempeño que impulsan modelos internacionales, ayudando a irradiar las buenas prácticas por la experiencia obtenida, tanto a nivel local como de toda una región.
Las actividades de RSE no se tienen que ver como un gasto, ni como opciones de filantropía; deben entenderse y adaptarse como tácticas de acción que encaminan a las operaciones al desarrollo sostenible, la obtención de la licencia social y la adaptación eficiente al entorno cambiante de los sistemas: económicos, políticos y sociales.
En la actualidad la responsabilidad de generar buenas prácticas relacionadas a la mejora va en aumento, al uso eficiente de los recursos, el control de los impactos, el cuidado y respeto de las comunidades son actividades ya incorporadas en varias empresas en Guatemala.
El siguiente paso a nivel empresarial es trabajar en conjunto, acciones que promuevan la incorporación de más empresas en esta dinámica y la construcción de un mejor país. El caso de los desechos de la cuenca del Motagua, podría ser una alternativa a tomar en consideración, por ser una responsabilidad de todos los que habitamos este territorio; compartiendo actividades que sumen a través de las experiencias, estudios, proyectos, entre otros, podemos generar una solución digna de sentirnos muy orgullosos.
La problemática del Motagua podría llegar a ser un esquema que nos una y que nos lleve a un nivel voluntario de acciones, que van más allá de lo que nos impone la ley, cada uno desde nuestras posibilidades, recursos y capacidades, podríamos apoyar a resolver este problema de fondo y convertirlo en una excelente solución y un ejemplo para nuestras futuras generaciones.