En medio de la incertidumbre que generan los cambios, es cuando la esencia de lo que somos como empresas, como marcas, como equipos, nos hace salir mejor parados.
La coyuntura que estamos viviendo, cada uno de distinta manera, ha puesto a prueba lo esencial de mantener la esencia, que está presente en nuestros principios, valores y diferenciadores.
Si siempre habíamos pregonado que lo más importante eran nuestros colaboradores, nuestros clientes, nuestras comunidades, la pandemia ha venido a darnos la oportunidad de demostrarlo o a ponernos en evidencia si solo era parte de lo que decíamos y no de lo que nos movía.
Es esa esencia la que hoy nos permite seguir presentes, aunque tengamos que inventarnos un poco cada día, y hasta la que nos da espacio para equivocarnos, enmendar y seguir adelante.
A todos nos subió la fiebre: por mucho que siempre hayamos hecho bien las cosas, la crisis hizo evidente que algo podemos hacer aún mejor. Recordemos que eso es la temperatura por encima de lo normal, un grito de nuestro propio sistema cuando algo está mal.
A todos nos dio tos: es muy difícil que todos tuvieramos los elementos para atender la coyuntura de manera absolutamente exitosa. En mayor o menor medida fuimos reactivos, en algún momento fue evidente la sensación de zozobra que hablaba por nosotros, y hasta intentamos mantener las agendas, las actividades y (algunos) las pautas publicitarias ya programadas (con materiales preparados con anterioridad).
Y a todos nos está costando respirar: cambió la manera de hacer negocios, de vivir, comunicarnos, y mientras todo eso sucede, nuestros colaboradores, clientes y comunidades nos piden ser empáticos. Y nosotros, muy probablemente, nos preguntamos quién es empático conmigo.
Entonces vuelve a hacerse presente la esencia (los principios, los valores, los diferenciadores), y también encontramos espacios para compartir preocupaciones y ocupaciones, obstáculos y estrategias para superarlos, pesadillas y sueños.
Es una época en la que la comunicación visibiliza esa esencia, en la que es una constante, no una opción; en la que la comunicación llena los espacios que crea el distanciamiento social, obliga a hacer más con los demás y hablar menos (por algo las mascarillas también cubren nuestras bocas), y ayuda a mantener las manos limpias.
Súbase a la esencia de su empresa, de su marca, de su equipo, y comunique permanentemente, a partir de lo que es relevante para esta nueva realidad que aún no tenemos mucha idea de cómo será finalmente.
Fátima Fernández
Gerente de Práctica de Asuntos Públicos
Burson Marsteller / Aliado estratégico de Guateíntegra