Esta época de incertidumbre expone temores irracionales y hace visibles comportamientos egoístas, acaparadores y compulsivos.
L
a humanidad está enfrentando una situación disruptiva, que obliga a cambiar hábitos, modelos de relación y todo lo que le da soporte a las rutinas que conforman el día a día.
Innegablemente este es un momento de angustia y preocupación que ha afectado al mundo entero, por lo que es normal que la mente humana reaccione con ciertos niveles de ansiedad y miedo. Principalmente, porque es un contexto que esta fuera del control de cada uno. Asimismo, es importante mencionar el exceso de información, que muchas veces y lastimosamente, carece de racionalidad y lógica.
La pandemia del COVID-19 no es solo una crisis de salud, también es una crisis social y económica, el mundo laboral se ve profundamente afectado por la calamidad que se está viviendo mundialmente.
Además de ser una amenaza para la salud pública, la alteración a nivel económico y social pone en riesgo la sostenibilidad de las empresas, el comercio informal, y a los trabajadores. Lo cual conlleva a un reajuste en el desarrollo económico de todos. Los grupos más vulnerables son los que tienen mayores dificultades para reconstruir sus medios de subsistencia y apoyo social después del estado de calamidad.
Esta época de incertidumbre expone los temores irracionales y como consecuencia, coloca visiblemente comportamientos egoístas, acaparadores y compulsivos. Como comprar productos de primera necesidad en grandes cantidades de lo que realmente se necesita.
Hay que enfatizar que, así como la información y los comportamientos se difunden, el miedo también lo hace. El origen del miedo, se encuentra en la sensación de salir afectados o heridos. Cuando una persona se siente en peligro, responde protegiéndose, manifestando tres reacciones comunes:
– Pelear, paralizar o huir.
Sentir miedo es parte de la evolución y naturaleza humana, por lo que es importante aprender a adquirir mayor inteligencia emocional para afrontar los retos mentales que esta crisis ha producido.
Desde la perspectiva de salud mental
El COVID-19 es una perturbación psicosocial en la cual toda la humanidad está sobrellevando tensión y angustia. Por lo que se estima un incremento de la incidencia de trastornos psíquicos. Sin embargo, no todos los problemas psicológicos y sociales que se presentan podrán calificarse como enfermedades, estos dependen de criterios sintomáticos como:
– Prolongación en el tiempo, sufrimiento intenso, afección significativa del funcionamiento social y cotidiano, entre otros.
De este modo, el mundo no será igual, el recuerdo de lo acontecido será parte de cada vida. Frente a esta situación emocional significativa pueden desarrollarse trastornos psíquicos como:
– Episodios depresivos, reacciones de estrés agudo de tipo transitorio, el incremento de las conductas violentas, así como el consumo excesivo de alcohol.
Entre los efectos tardíos se pueden adquirir duelos patológicos como:
– Depresión, trastornos de adaptación, manifestaciones de estrés postraumático, abuso del alcohol u otras sustancias adictivas y trastornos psicosomáticos.
Sin embargo, los seres humanos cuentan con la maravillosa capacidad de adaptación, cambiando a lo largo del tiempo por propia sobrevivencia y evolución. Estimulando a la expansión humana a nuevas perspectivas, desarrollando habilidades nuevas.
Todos poseen el potencial para transformarse ante la adversidad, a esto se le llama resiliencia. Constituye un impulso regenerador y actitud de progreso que emerge ante situaciones límite de la vida. El escenario actual puede ser un desencadenante de alternativas generadoras de acciones creativas o cambios constructivos.
La respuesta a estos momentos inciertos es la solidaridad. Hay que fortalecer el sentido de responsabilidad, empatía y prevención. Empezando por sí mismo, tomando los protocolos indicados de salubridad, distanciamiento social y proyectando cercanía a través de los recursos tecnológicos. Ninguna persona puede abordar esto solo, y ninguna parte de la sociedad puede ser ignorada si se quiere enfrentar efectivamente este desafío global.
Que no se olvide que cada uno es dueño de sus pensamientos, actos y emociones. Se tiene el poder de elegir cómo respondemos a esta situación. Es inevitable asumir la responsabilidad de transformación del entorno de forma positiva.
Según Albert Einstein, “en medio de la dificultad reside la oportunidad”. Esta pandemia está regalando la oportunidad de cambiar como humanidad concientizando la empatía y recordando que se vive en un mundo interconectado.
Colaboración especial: Melissa Mendoza
Psicóloga clínica y life coach
www.melimendoza.com