NOV-2016 Trayectoria

Corporación Guerra: 25 años de pasión empresarial

La historia de Corporación Guerra nace en Quezaltepeque, Chiquimula, hace más de 25 años con un sueño: construir un mejor país.

Julio David Guerra, un “emprendedor apasionado”, como lo describen sus hijos, comenzó su carrera en la construcción durante las vacaciones del colegio, cuando aprendió a hacer mezclas de materiales y administrar capital humano en obras.

Supo que la ingeniería civil sería la principal herramienta para lograr su cometido, por lo que se trasladó en 1975 a la Ciudad de Guatemala y se inscribió en la Universidad de San Carlos. En este ambiente conoció una pasión más, una que no funcionó para él y que se quedaría como un sueño inalcanzable en la historia de su vida: jugar futbol profesionalmente en equipos europeos.

Aunque no lo logró, Guerra fue fichado en tres equipos de la Liga Mayor nacional: la Universidad de San Carlos, Deportivo Zacapa y Chiquimula. Su desempeño en la cancha le permitió obtener una beca de estudios, que el país le cobraría en 1976 al enviarlo a trabajar en los escombros y reestructuración de San Lucas Sacatepéquez y en la Carretera al Atlántico, por los daños del terremoto de ese año.

Mientras estudiaba, Julio David trabajaba para cumplir las responsabilidades de su hogar.

Pasó aproximadamente una década tocando puertas. “Hay que picar piedra”, explica. Y mientras lo hacía, su pasión atrapó a sus hijos. Tres de ellos se convirtieron en ingenieros (dos civiles y un industrial) y la más pequeña heredó su determinación para perseguir sus sueños: ahora estudia comunicación, becada en Estados Unidos.

Los primeros tres, Julio David Jr., Óscar y Pablo, hablan de su padre con orgullo y reconocen en él su disciplina, esfuerzo e intensidad, valores que se convirtieron en estatutos de la Corporación. “Él hace que las cosas sucedan”, dicen, reunidos un viernes por la noche, cuando aún se encuentran trabajando en la oficina, sin haber sido citados y sin indicios de que dejarán pendiente algún tema.

Cada uno se involucró en el negocio familiar desde que eran estudiantes y, como su padre, en vacaciones. Al graduarse y tomar más responsabilidad en la empresa, diversificaron sus proyectos. A tal punto, que la convirtieron en una corporación con cuatro giros de negocio enfocados en potenciar la capacidad productora del país.

Una es la constructora (iniciada por Julio David Sr.) que continúa con proyectos de desarrollo social e infraestructura productiva. Otra empresa está enfocada en la compra, mejora y venta de bienes raíces. La tercera se dedica a realizar análisis geológicos en proyectos.

Y la última es eminentemente industrial y comienza operaciones este noviembre. Se dedica a la fabricación de espuma de polietileno para empaque de productos que aprovechen oportunidades de negocios en mercados internacionales más exigentes.

Es esta iniciativa la que motivó a la familia Guerra a formar parte de Cámara de Industria de Guatemala. Ellos consideran que la planta de espuma de polietileno, única desde el país hasta Nicaragua, suple localmente una necesidad fundamental para la exportación de productos de los sectores agroindustrial y construcción, y aquellos que necesiten de un aislante térmico de alta calidad.

No obstante la presencia de los varones, las habilidades femeninas y maternas para la administración del gasto no pueden faltar. Lolita, esposa y madre de los ingenieros, es la jefa financiera de la corporación. Ella tiene el control para exigir mejores cotizaciones, más resultados de proveedores y exponer riesgos de inversión en proyectos y compras. “Es una gran contadora”, explica Julio David Jr.

Los retos…

El éxito de Corporación Guerra es tangible. Sin embargo, al ser una empresa familiar, sus directivos deben enfrentarse a distintos retos, superables únicamente con la voluntad y disposición de todos.

Julio David Jr., el hijo más grande, comenta que lo más difícil de pertenecer a una empresa familiar es mantener la jerarquía y respetar el criterio de los demás. Óscar coincide: cada miembro tiene sus opiniones y hay que escucharlas, pero no es un ejercicio fácil. Por otro lado, Pablo explica que lo que más cuesta es no hablar de la empresa mientras están en reuniones de convivencia familiar.

Para Julio David Sr., el reto más grande no se limita a una empresa de este tipo, ni siquiera a su propio emprendimiento. Un obstáculo amplio y general del panorama emprendedor guatemalteco es que “los guatemaltecos somos buenos en lo que hacemos, pero no nos lo creemos”. Explica con ejemplos de futbol que muchas veces se prefiere contratar a un extranjero solo porque es foráneo, antes que confiar en la capacidad de los profesionales locales.

A pesar de los retos, todos están agradecidos. Julio David Jr., porque el trabajo duro se refleja directamente en la calidad de vida de toda su familia; Óscar, porque gracias a esta empresa tuvo la oportunidad de vivir en Asia y adquirir madurez, y Pablo, porque aprendió de primera mano todo lo que debe saber de la industria constructora.

Julio David Sr. va más allá de enumerar o mencionar solo una bondad de Corporación Guerra por la que esté agradecido. Esta empresa no solo es su fuente para pagar las cuentas. Es el proyecto de su vida entera y lo comparte con su esposa y con sus hijos. Su orgullo es tangible, tanto de él mismo, como de su familia. Esta es la vida que construyó y él lo sabe. Cada vez que puede, agradece al cielo por encontrarse en dónde está y por dar un paso más.

… y las gratitudes

Por eso es que no desperdició la oportunidad de regresar felicidad y gratitud a quienes lo rodean. Corporación Guerra, que “es totalmente chapina, con orgullo guatemalteco”, según Julio David Sr., invierte en el caserío Ojo de Agua de la Garza, en Quezaltepeque, Chiquimula, desde hace tres años.

Su técnica es involucrar a la comunidad de 426 personas a la producción de pan, pollo, carne, peces, vegetales orgánicos, etcétera. Además de involucrar a socios empresariales en la donación de materiales para construcción de casas y salón comunal, infraestructura, entre otros. Ya sea con un muro de contención o con estufas ahorradoras y paneles solares, los proyectos y donaciones de Corporación Guerra ha cambiado la vida en este caserío, que verdaderamente ha enfrentado episodios lamentables.

Están conscientes de que su aporte seguirá siendo limitado, por lo que también han invertido tiempo buscando el apoyo de otros empresarios para esta noble labor. Saben que los habitantes de dicha comunidad mejorarán su nivel de vida en la medida en que más empresarios se involucren en esta tarea que, seguramente, genera satisfacciones difíciles de describir. Son esas satisfacciones las que los motivan a ir por más.

 

El contenido de Industria&Negocios no necesariamente representa la opinión de Cámara de Industria de Guatemala; cada artículo es responsabilidad de sus autores.

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