Javier Zepeda
Director Ejecutivo
Cámara de Industria de Guatemala
Hay varias maneras de atacar la corrupción y varias formas para atemperar los ánimos de quienes esperan medidas drásticas y con resultados a corto y mediano plazo. Una de ellas, por ejemplo, el pedido del comité coordinador del Cacif de extinguir el dominio de los bienes obtenidos con dinero de los contribuyentes.
Pero mientras eso y otras medidas ocurren en el ámbito de la justicia y en el campo de la política, es positivo poner la vista en un proceso que se avizora muy favorable para la transparencia, la eficiencia burocrática y quitar discrecionalidad a funcionarios de aduanas proclives precisamente a la corrupción.
Me refiero al tema de portada de esta edición, la Unión Aduanera entre Guatemala y Honduras, y eventualmente con El Salvador. El lector podrá apreciar en este reportaje los alcances y beneficios de dicho proceso, y de allí el entusiasmo que despierta en quienes durante muchos años han sufrido las arbitrariedades y la ineficiencia del sistema aduanero.
Cámara de Industria de Guatemala no ha dudado en apoyar y acompañar este proceso, porque conoce las dificultades de sus asociados para exportar o importar mercadería en la región, una queja nuestra que ha sido recurrente ante diferentes gobiernos, similar al reclamo constante que hemos planteado contra el contrabando y la evasión fiscal.
Congruentes con ese planteamiento, y en un apunte de optimismo, vemos que eliminar las aduanas físicas (o mejor dicho, los puestos de robo) para dar lugar a mecanismos electrónicos y confiables, significa un paso determinante para suprimir la corruptela que ha carcomido las estructuras del Estado. Es empezar a tener un nivel de legitimidad y eficiencia perdidas por un sistema aduanero que solo ha sido visto como fuente de enriquecimiento ilícito.
Es plausible la actitud del Comisionado Presidencial para la Unión Aduanera, Luis Miguel Castillo, quien ha decidido invertir, ad honorem, tiempo valioso para contribuir en este proceso, así como es reconocible la labor de todos los que trabajan en ello, aunque este mes será determinante conocer la voluntad (y va de nuevo) del Congreso de la República, pues tiene que aprobar el protocolo que habilita jurídicamente la integración aduanera.
Esperamos que los diputados aprueben de inmediato esta medida, sino quieren seguir siendo el centro del desprestigio y de la sospecha, porque los beneficiados con la integración aduanera son, en primer lugar, los consumidores y, luego, las micros, pequeñas y medianas empresas, como se demuestra en el reportaje.
Los guatemaltecos no pueden vivir aislados del mundo y del libre comercio. Es más, ante los ojos de la comunidad internacional, a los países de Centroamérica se nos ve como una región, con grandes atractivos para la inversión, pero que después de más de 50 años no ha logrado integrarse plenamente por motivaciones políticas, pese al empuje y dinamismo de sus sectores productivos.}
Cuanto más se piense en el asunto, y más vueltas le den para aprobarlo, se estaría aplazando una medida que ayudaría a empezar a recuperar la poca confianza que queda en las instituciones del Estado.
Hay, entonces, un horizonte de responsabilidad ética y de eficiencia administrativa en el proceso de unión aduanera entre el Triángulo Norte, para luego ir extendiéndose a Centroamérica y Panamá. Así que eliminar las aduanas físicas, y seguir cumpliendo con las obligaciones fiscales de manera eficiente y transparente, son medidas que ahora se alzan como parte de una respuesta a la intolerable corrupción.