Los más recientes indicadores del Banco de Guatemala nos llaman a la reflexión, pero a la vez confirman del gran aporte del sector industrial a la economía guatemalteca. Haber alcanzado el índice de crecimiento más alto de todas las actividades productivas en el segundo trimestre del año nos demuestra la importancia que, como país, debemos dar a la atracción de inversiones generadoras de empleo formal.
La industria alcanzó un crecimiento del 7.4 por ciento en ese período, aportando al Producto Interno Bruto (PIB) un 18 por ciento, muy por encima del resto de sectores. Esto nos hace sentir orgullosos de ser partícipes de un motor de desarrollo y de bienestar para miles de familias que dependen de trabajos formales.
Sin embargo, tampoco debemos sentirnos conformes y decir que esto es suficiente para alcanzar los niveles de crecimiento que el país necesita. Para nada; si este año el PIB alcanzará un crecimiento del 3.6 por ciento será, de todas maneras, muy limitado si tomamos en cuenta que la población también aumenta a un ritmo del 2.6 por ciento.
Por consiguiente, en términos netos, el PIB tendrá un aumento muy modesto del uno por ciento y que de poco ayuda a disminuir los altos niveles de pobreza y de desempleo formal.
Pero aún así, es elogiable el esfuerzo que día a día hacen las pequeñas, medianas y grandes empresas del sector industrial, y todo el sector privado para afrontar las circunstancias que impiden hacer negocios.
Estamos conscientes que el país debe aspirar a un crecimiento económico más dinámico, más agresivo, en todas las áreas. Alcanzar un crecimiento sostenible mínimo del seis por ciento debería de ser nuestra gran meta, pues con ese nivel sí veríamos resultados más concretos en indicadores como la reducción de la pobreza y del desempleo.
Sin embargo, también reconocemos que para conseguir esos resultados el país necesita más inversiones locales e internacionales. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: necesitamos que a diario se abran más empresas y brinden más oportunidades a miles de guatemaltecos que buscan una oportunidad de trabajo.
De ahí la importancia que tiene el establecimiento de reglas claras y estables. Es imperativo que nuestros Gobiernos no cambien las reglas del juego cada tres o cuatro años, pues esto genera incertidumbre que no permite planificar a largo plazo.
De que se puede, se puede. Como representantes del sector industrial no bajamos los brazos y aportamos con ideas y proyectos de Nación que, por supuesto, requieren del respaldo decidido del Gobierno.
Por ejemplo, una buena muestra de lo que puede hacer la administración pública es la mejora del indicador del Doing Business del Banco Mundial, una buena noticia para un país ávido de inversiones productivas.
Con buen clima de negocios, el sector industrial hace lo propio, tal y como lo hicimos con el Guatemala Investment Summit y con lo que haremos próximamente, como sede del World Business Fórum de las Américas, que organizaremos el próximo año, con la Asociación de Industriales de Latinoamérica (AILA).
Lo descrito en el tema principal de este número es, pues, un reconocimiento a la labor que día a día realizan las industrias de Guatemala en beneficio del país.