Los actuales niveles de pobreza y desnutrición exigen que actuemos de inmediato en la búsqueda de ese desarrollo, y para ello la inversión es fundamental; sin esta no se genera empleo ni riqueza.
En los últimos años, Guatemala ha sido testigo en diversas ocasiones de situaciones de conflictividad que, en el mejor de los casos, han significado considerables pérdidas económicas para el país y, en los más tristes y lamentables, la pérdida de vidas valiosas. Como sociedad que pretende tejer un mejor futuro para todos sus integrantes, tenemos el imperativo ético de rechazar estos actos y evitar que se repitan las circunstancias en que ocurrieron.
A la vez, es necesario que respaldemos la consolidación de un Estado de Derecho en el que todos los ciudadanos tengan la confianza de que su vida, su libertad, su propiedad y sus derechos serán respetados, con la seguridad de que quienes atenten contra ellos serán pronta y justamente sujetos a los tribunales de justicia. El reto principal de Guatemala debe ser la mejora del nivel de vida de todos sus habitantes.
Los actuales niveles de pobreza y desnutrición exigen que actuemos de inmediato en la búsqueda de ese desarrollo, y para ello la inversión es fundamental. Sin esta no se genera empleo ni riqueza y el Estado no podrá recaudar lo que necesita para cumplir con sus funciones principales de manera eficiente y transparente: seguridad, salud, educación e infraestructura. Ahora bien, la inversión requiere confianza y huye del riesgo. ¿Cómo convencer a alguien de invertir en el interior de la República o cómo apoyar a la Pyme para que salga adelante? Aparte de los riesgos inherentes a cualquier negocio, la gran mayoría de las empresas en Guatemala no sobreviven más de cuatro años, pues se ven sometidas a una serie de amenazas extra.
En el caso de la energía, pareciera existir una oposición constante a la empresarialidad. Desde posiciones radicales en contra de las hidroeléctricas, amparándose en argumentos falaces y desinformación, al robo descarado de energía, sin que las autoridades tomen cartas en el asunto. En el caso de las Pymes, enfrentan bloqueos constantes con graves consecuencias, como pérdida de capital y de mercado. Necesitamos trabajar con un propósito común: el desarrollo.
Con esto en mente, Cámara de Industria de Guatemala quiere propiciar un diálogo sereno e informado, no solo sobre las circunstancias en las que desarrollan los diferentes proyectos y sectores con potencial en general, sino sobre sus implicaciones positivas para la economía local y nacional. Nuestro único enemigo es el que todos tenemos en común: la pobreza.
POR FERNANDO LÓPEZ / PRESIDENTE DE CIG
