Cuando comencé a escribir estas líneas me preguntaba qué tan distinto es diseñar el presupuesto de una familia o de una empresa con el del Estado. Quizá son ejercicios totalmente diferentes. Podríamos pensar que, por un lado, el presupuesto del Estado está diseñado para gastar, mientras que los presupuestos de las empresas son diseñados para generar utilidades y, el de las familias, para ahorrar. Sin embargo los principios son los mismos; todos deben descansar sobre la base de unas finanzas sanas, de ingresos realistas y sin recurrir a demasiada deuda.
Recordemos que los recursos siempre serán limitados y, en el caso del Estado, los ingresos nunca alcanzarán para atender las necesidades de nuestra sociedad. Por consiguiente, lo más importante será buscar la priorización y eficiencia del gasto. Además, el Gobierno debe actuar con total transparencia en cada centavo que utilice.
Al momento de escribir este editorial, la iniciativa de ley del Presupuesto de Ingresos y Gastos del Estado para 2013 aún no había sido presentada al Congreso de la República, pero según los primeros datos que se conocieron, el proyecto tiene luces y sombras.
El presupuesto aumentaría un 12.5%, mucho más que el 7.6% de crecimiento nominal de la economía, con lo que la carga tributaria estimada sería de 11.8% del PIB. Destaca el aumento del 15.5% en los ingresos tributarios, siendo el Impuesto Sobre la Renta (ISR) el que sobresale con un 47.4% más. Este supuesto podría ser muy optimista, teniendo en cuenta que habrá una nueva ley del ISR que va a requerir de tiempo para que la SAT pueda administrarlo.
Adicionalmente, las estimaciones de crecimiento de los principales socios comerciales de Guatemala han venido a la baja. Y si bien la situación podría mejorar, siempre el crecimiento será lento. Esperamos que la economía de Guatemala mejore, impulsada por medidas que fortalezcan el mercado interno pues de lo contrario, las previsiones van a quedar lejos de la realidad y el déficit fiscal de 2.2% respecto al PIB sería una meta inalcanzable.
La intención de reducir el déficit es una buena señal para mantener la estabilidad macroeconómica y esperemos que en los próximos años pueda llegar a cero por ciento e incluso alcanzar un superávit.
El gasto por deuda pública estará creciendo un 21.8%, lo cual significa que por cada quetzal recaudado será necesario destinar un mayor porcentaje para el pago de la misma. Recordemos que una de las causas que han incidido en la crisis de Europa ha sido el alto nivel de endeudamiento, que ha puesto a los gobiernos al borde de la insolvencia. Ese patrón debe ser motivo de una reflexión profunda pues los niveles de deuda con relación a nuestra capacidad de recaudación tributaria están llegando a límites peligrosos y pueden comprometer la estabilidad macroeconómica, afectando y empobreciendo principalmente a los guatemaltecos de menos ingresos.
Del lado del gasto se mantiene la inercia. Existe una rigidez presupuestaria, de tal forma que de los ingresos corrientes sólo el 12% está disponible para políticas públicas. Más lamentable aún es que los ingresos tributarios son insuficientes para cubrir esas rigideces, por lo que el resto del presupuesto es financiado con deuda.
El Organismo Ejecutivo envió dos iniciativas de ley para fortalecer la transparencia y combatir la corrupción, como contraparte a la reforma fiscal aprobada, en tiempo récord, a principios de año. Sin embargo, no se ve el mismo interés para aprobar las mencionadas iniciativas, lo cual es un mal mensaje para los contribuyentes, con lo que la historia se repite: Más impuestos pero poco o nada para mejorar la prioridad, calidad, transparencia del gasto ni para combatir la corrupción.
Así que recomendamos al Gobierno y al Congreso que analicen y aprueben el presupuesto 2013 con:
- Una visión de Estado, no para gastar sino para invertir con transparencia.
- Una visión de familia, para priorizar y ahorrar.
- Una visión de empresa, para generar beneficios a la población, principalmente a quienes pagamos impuestos
Veremos qué sucede.