El marco regulatorio, a cargo de la Superintendencia de Administración Tributaria, representa otro costo relevante dentro de la definición de la tarifa de transporte. También es clave el proceso de despacho y que puede tomar días en lugar de horas.
Me preguntaban en algún momento acerca de la realidad de la logística en Guatemala y me pareció una pregunta compleja de responder, llegando al punto de casi quedar sin palabras pues hay tanto que decir para llegar a una conclusión.
Hemos dicho que la cadena de suministro es como la unión de conjuntos; debe ser el punto donde converjan todos los eslabones, pero para poder dar respuesta a la pregunta sobre cuál es la realidad de la logística debemos analizar cada uno de estos elementos y así dar una opinión que no sea una mera respuesta para salir del paso o que sea subjetiva, vista desde un solo punto de vista.
Debemos entender que la infraestructura de carretera es importante dentro de los costos logísticos, que define la tarifa de transporte. Por ejemplo, el hecho de estallar una llanta en carretera en mal estado puede representar la pérdida o la ganancia de una empresa de transporte y, por ende, también incide en el precio final del flete.
El marco regulatorio, a cargo de la Superintendencia de Administración Tributaria, representa otro costo relevante dentro de la definición del precio. También es clave el proceso de despacho para fijarla, y que puede tomar días en lugar de horas.
¿Por qué enfocar este artículo en el transporte? Porque regularmente es el valor más alto dentro del costo logístico y probablemente el más incomprendido. Regularmente el costo del transporte tiene todos estos tiempos muertos del camión, incluido en el precio final al cliente.
Entonces, volviendo a la pregunta que nos hace escribir estas líneas, podríamos concluir en que la realidad de nuestra logística es de desperdicio, donde los tiempos muertos nos suben costos y estos pueden ser generados por uno o por otro eslabón.
Una de las premisas básicas de la logística es “el recurso limitado”. Y si es limitado entonces debemos aprovecharlo de la mejor manera. El asunto es que no todos parecieran comprender la importancia de esta premisa y en ocasiones no le prestamos atención al desperdicio del tiempo.
Cuando se analiza una ruta de transporte, como la de Santo Tomas de Castilla a la ciudad de Guatemala, puede notarse que la rotación de unidades por semana no es ni cerca lo que debería de ser, tomando en consideración los 600 kilómetros de distancia (ida y vuelta).
Muchas empresas de transporte coinciden en que la rotación se estima en dos viajes por semana. Si tomamos un promedio de velocidad de 60 kilómetros por hora, significaría que el tiempo de tránsito es de diez horas. La semana de seis días tiene 144 horas y si un camión pasa en tránsito veinte horas (dos viajes por semana) ¿Qué pasa con las 124 hrs restantes?
Efectivamente podemos decir que tenemos restricciones de ingreso/egreso a la ciudad, tiempos muertos en los procesos de despacho en puerto, tiempos muertos en la autorización de documentos y tiempo muerto en la recepción de carga en las bodegas de los clientes por los horarios de trabajo definidos.
Para mejorar nuestra logística debemos dejar lo tradicional y fomentar un cambio que permita un transporte más ágil, rápido y flexible, desde todos los puntos de vista, que la cadena se vea como un todo y no como un proceso aislado. Es decir, la logística en Guatemala “es apática”.
Podríamos definir la apatía como falta de emoción o motivación, la podemos relacionar con la indiferencia o, incluso, relacionarla con un nivel moderado de depresión
Finalmente, en respuesta a la pregunta que motiva este artículo en torno a cuál es la realidad de la logística del país, la respuesta filosófica sería: “Tenemos una logística deprimida”.