La patética visión de las fuerzas combinadas, donde los soldados con fusiles de asalto hacen de guarda espaldas de los policías es una desproporción de fuerza e inoperancia y una representación de las condiciones del Estado ante la falta de información y análisis frente a una amenaza real.
Larga ha sido la preocupación expresada por CABI sobre los retos del Gobierno entrante por el desorden fiscal en el país, el período de mayores incongruencias presupuestarias desde el inicio democrático. Pero, suponiendo (y soñando) que se cierre el agujero fiscal y se financia una política de seguridad de lujo ¿Cuáles son los retos para implementarla?
Como señala Carlos Mendoza (www.ca-bi.com/blackbox), una política de seguridad integral consta de: 1. Política de prevención; 2. Política de protección ciudadana con un marco básico de despliegue, cobertura y dotación de servicios, que genere algo de credibilidad en la ciudadanía y; 3. Política anti crimen.
Implementar esto asume un eje transversal: Información y análisis de las amenazas o delitos, pero ¿cree usted que el ministro de Gobernación actual pueda hacer un informe al Presidente entrante sobre la apreciación de inteligencia de amenazas o que pueda ir más allá de una presentación en PowerPoint con un pastel de cinco colores y cartones con datos de violencia? ¿Quién va a procesar los nueve mil expedientes del sistema penitenciario que se están enmoheciendo archivados y en los que está la información de familiares y cómplices de los apresados? Un punto básico de inicio.
Por otro lado, se habla de fuerzas de tarea, ¡qué bien! pero ¿quién va a guiar a esas fuerzas a los puntos y tiempos de aplicación? Generar información de inteligencia sobre crimen y amenazas lleva tiempo. ¿Existe esa información dentro del Estado? ¿Existe esa información afuera? Y si así fuese ¿cómo ponerla al servicio de la causa?
La patética visión de las fuerzas combinadas, donde los soldados con fusiles de asalto hacen de guarda espaldas de los policías es una desproporción de la fuerza e inoperancia del Estado ante la falta de información y análisis frente a una amenaza real.
El reto radica en evitar que se lleve al país hacia la metástasis mexicana actual, donde un Gobierno tiene que aislar con tres círculos de seguridad a un Estado como Guadalajara, para poder llevar a cabo unos juegos panamericanos. Las condiciones de seguridad de México no tienen retorno, es cáncer terminal, Guatemala aún no, puede haber retorno pero si la metástasis mexicana se disemina a Guatemala ¿qué evitaría que se riegue por Centroamérica? El problema del país se torna hemisférico. Es inteligente contar con apoyo de vecinos interesados. Tal vez ahora que habrá un interlocutor en Centroamérica que está formado en el tema de seguridad sea la hora de reconocer que los supuestos del Plan Mérida son errados y el “correr” del narco crimen hacia Centroamérica deberá de sustituirse por un plan de contención del cáncer entre el río Usumacinta y el Río Bravo.
El problema de inseguridad no es trivial. Se requiere el esfuerzo “permanente” de análisis (si existe), el procesamiento de la información disponible sobre las amenazas para determinar con certeza y oportunidad, el quién, el dónde y el cuándo de las amenazas para facilitar el trabajo.
En resumen, no hay que dar por sentado que las acciones efectivas serán inmediatas, pero sí urgentes y ojalá inteligentes.