PARTE 1
En un momento en el que los Gobiernos tienen a su disposición unos menguantes recursos financieros, los dividendos económicos y sociales que aportaría la expansión del comercio, proporcionarían al mundo económico un estímulo libre de deuda muy bien recibido.
POR MARCUS WALLENBERG
Presidente del Grupo asesor de la ICC ante el G20
Mientras la economía mundial se hunde con la deuda y el paro, los Gobiernos ignoran la única y más importante fuente de crecimiento y trabajo durante los último 60 años. El comercio mundial está sufriendo un estancamiento bajo un creciente uso del proteccionismo, una política que ya ha demostrado ser históricamente desastrosa tanto para la economía global como para la prosperidad y la paz. Durante las últimas décadas, el comercio global ha sacado de la pobreza a millones de personas y ha contribuido a mejorar las condiciones de vida en todo el mundo.
En un momento en el que los Gobiernos tienen a su disposición unos menguantes recursos financieros, los dividendos económicos y sociales que aportaría la expansión del comercio, proporcionarían al mundo económico un estímulo libre de deuda muy bien recibido. En cambio, la realidad nos muestra que las negociaciones comerciales multilaterales se han estancado y pueden quedar fatalmente en un punto muerto. No hay duda alguna de que la conclusión satisfactoria de la “Ronda Doha” supondría un tremendo estímulo para la economía mundial. Numerosos estudios llevados a cabo en los últimos años por el Banco Mundial, la OCDE y otras organizaciones demuestran un valor de miles de millones que aportarían a la economía mundial –estimulando el crecimiento y la creación de empleo en todas partes–.
Acabar con el estancamiento de las negociaciones comerciales multilaterales mediante algún tipo de Acuerdo de Doha exigiría reformar el procedimiento mediante el cual han sido llevadas a cabo. De acuerdo con las reglas actuales, el principio del acuerdo global, significa que los 154 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) deben aprobar todo aquello que esté sobre la mesa o no se aprueba nada. Además, la norma del consenso exige unanimidad absoluta de todos los miembros de la OMC.
Estas reglas se aplicaron en 1994 cuando se alcanzó el acuerdo durante la “Ronda Uruguay”, mediante el cual se creó la OMC y creció enormemente el comercio internacional. Aunque en ese momento 123 países formaron parte del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), es habitualmente sabido y aceptado por todos que durante las negociaciones, un grupo de economías punteras llamado Quad que comprendía a los Estados Unidos, la Comunidad Europea, Japón y Canadá, tenía la voz preponderante.
El grupo Quad decidió que las negociaciones habían concluido, advirtiendo que el tren salía de la estación y que los demás miembros podían subirse al mismo o bien quedarse atrás. En este caso, la norma del consenso fue respetada y los miembros del GATT acordaron firmar los Acuerdos de la “Ronda Uruguay”, entrando en vigencia el 1 de enero de 1995.
Desde 1995 el comercio mundial ha cambiado radicalmente. China no formaba parte de las negociaciones de la “Ronda Uruguay”, siendo miembro de la OMC sólo a partir del 2001. India, Brasil, Turquía, aunque miembros del GATT, quedaban lejos de representar el motor de influencia económica y social en que se han convertido en el siglo XXI, y, así, son llamados “economías emergentes”. (Continuación en la siguiente edición).