Japón es un ejemplo de cómo el manejo responsable de residuos y desechos sólidos es la mejor vía para crecer competitivamente.
POR ING. KHALIL DE LEÓN
En seguimiento al artículo publicado en la edición anterior, titulado: “Guatemala debe avanzar aún más en su institucionalidad ambiental”, tras cumplirse los primeros 25 años de vigencia de la “Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente”, es necesario que luego de establecer la base de esa institucionalidad, promovamos los incentivos de mercado para estimular el quehacer de protección del medio ambiente y el mejor aprovechamiento de los recursos naturales desde nuestra actividad industrial.
Guatemala tiene retos ambientales de distinta índole que involucran a las empresas, municipalidades y al Gobierno central. En ese sentido, es preciso citar temas como el tratamiento de aguas residuales, gestión adecuada de residuos y desechos sólidos, y descargas reguladas de emisiones atmosféricas de fuentes fijas y móviles, entre otros. Es indispensable que todos asumamos la responsabilidad de implementar acciones de prevención y mitigación de impactos adversos al ambiente y los recursos naturales, y qué mejor que la utilización de instrumentos que la iniciativa privada conoce. Esto debería de significar para el empresario, además de una ventaja competitiva, el aprovechamiento del mismo mercado como un mecanismo para solucionar sus externalidades ambientales y una oportunidad para contribuir en la sostenibilidad de la industria en el largo plazo.
Ejemplo a emular
Inmersos en el desarrollo y la industrialización, Japón es un ejemplo de cómo el manejo responsable de residuos y desechos sólidos es la mejor vía para crecer competitivamente y, a su vez, proteger el entorno. Esta experiencia es del municipio de Kamikatzu, una villa ubicada a 370 kilómetros de Tokio. Esta población, en menos de 10 años, ha logrado una hazaña: el 90 por ciento de sus residuos sólidos se ha reducido, reutilizado, reciclado; el resto se ha dispuesto en un relleno sanitario, lo cual implica el involucramiento en un proyecto de comunidad en el que participan no sólo las empresas, sino toda la población. También se incluyen funcionarios municipales y estatales. Por supuesto, existe un sistema de incentivos que cubre ciertos aspectos, incluidos la extensión de bonos canjeables por alimentos, subsidio gubernamental para que cada hogar cuente con una máquina de compostaje, venta de los residuos para ser reciclados industrialmente, desarrollo de Pymes dedicadas al reciclado y reúso, entre otros. La meta de Kamikatzu es convertirse en 2020, en la primera ciudad con “cero residuos”.
Otro proyecto es el desarrollado por Costa Rica. Desde la década de 1960 el Gobierno decidió trabajar en dos áreas para mejorar el nivel de vida de sus habitantes. Primero, en educación, para erradicar el analfabetismo y aumentar el número de profesionales universitarios. Y, por otro lado, ha trabajado en la reducción de la tasa de deforestación.
En este tema, luego de un trabajo que incluye incentivos a los propietarios que conservan los bosques en las partes altas de las cuencas y que, por lo tanto, coadyuvan en la recarga de mantos freáticos y en la disponibilidad de agua para las hidroeléctricas. Estos avances han permitido al país vecino posicionarse como uno de los más atractivos para el turismo ecológico, así como en la elaboración de productos a base de materias primas orgánicas.
En suma, hay objetivos que, como país, debemos trazar, como trabajar en los sectores público y privado en una misma dirección, porque la cooperación de ambos es vital para lograr una política de nación alrededor de los incentivos a la protección, conservación y mejoramiento ambiental. Un segundo propósito es establecer mecanismos de libre mercado para que todos puedan utilizar sus habilidades empresariales con el fin de alcanzar, mantener y mejorar sus índices de desempeño medioambiental, así como sistemas de incentivos que no distorsionen el mercado. Tampoco que desestimulen la actividad productiva, principalmente la de las Pymes.