La lucha contra la violencia debe estar en el centro de las prioridades en las agendas de desarrollo de todos los países centroamericanos, precisa un informe del Banco Mundial.
INDUSTRIA Y NEGOCIOS
La violencia es un lastre al crecimiento y desarrollo de cualquier país pero con apenas un 10 por ciento menos, el ingreso per cápita de los guatemaltecos podría, como mínimo, aumentar en 0.7 puntos porcentuales. Parecería poco, pero según el estudio “Crimen y violencia en Centroamérica, un desafío para el desarrollo”, elaborado por el Banco Mundial (BM), la economía de Guatemala, El Salvador y Honduras, tendrían mejores perspectivas para impulsar un crecimiento sostenible durante los siguientes años.
Los tres países tienen los índices de crimen y violencia más altos de América Latina, un problema que ahuyenta la inversión y, por ende, impide generar más puestos de trabajo. Para ilustrar la magnitud del problema, el BM explica que la población total de Centroamérica es aproximadamente la misma que la de España, sin embargo, mientras en ese país europeo registraron 336 asesinatos en 2006, (es decir menos de uno por día), en Centroamérica se produjeron14 mil 257, es decir, casi 40 por día, precisa el informe del BM.
“El crimen y la violencia debilitan el crecimiento económico, no solamente por los salarios perdidos, sino porque contaminan el clima de las inversiones y desvían los escasos recursos gubernamentales para fortalecer la aplicación de la justicia, añade el informe.
El BM estima que el costo de la inseguridad en Guatemala es de aproximadamente el ocho por ciento del Producto Interno Bruto. Pero más allá de esos valores y los daños a las familias, la criminalidad asociada a la violencia, también debilita a las instituciones. Agrega que el tráfico de drogas aumenta los niveles de corrupción en los sistemas de justicia penal de algunos países y empañan la legitimidad de las instituciones del Estado frente la opinión pública. Las víctimas del delito, en promedio, tienden a tener menos confianza en el sistema de justicia penal; cada vez más, apoyan la idea de tomar la ley con sus propias manos y cada vez creen menos en que debe respetarse.
Un complejo problema
Aunque el reto es monstruoso, el BM sostiene que es necesario que los diseñadores de políticas perseveren debido a que todo indica que la lucha contra la violencia probablemente sea incesante y a largo plazo. Asimismo, debido a lo demostrado por las experiencias de Colombia y más recientemente de México, los dirigentes deben estar conscientes del alto costo potencial de la lucha contra la violencia cuando el Gobierno apunta al narcotráfico. No obstante, la lucha contra la violencia debe estar en el centro de las prioridades en las agendas de desarrollo de todos los países centroamericanos.
Este informe añade que las estrategias exitosas requieren acciones a lo largo de múltiples frentes que combinen la prevención, la reforma del sistema de justicia, en paralelo con enfoques regionales en las áreas de tráfico de drogas y armas de fuego.