Estamos más que inmersos en el proceso electoral 2011. Los partidos políticos y algunos comités cívicos han comenzado esa carrera por el poder que casi siempre les hace perder de vista los auténticos propósitos y objetivos de la vida en comunidad. Escucharemos miles de promesas que desde ahora se saben que no podrán ser cumplidas y otras propuestas basadas más en lemas publicitarios que en realidades políticas o sociales. A fin de cuentas se trata de llamar la atención, no necesariamente de hablar con claridad ni mucho menos con honestidad.
El “pueblo”, por su parte, adoptará esa postura de manada obediente y no deliberante que suele permear su esencia durante estos procesos. Escuchará sin entender, oirá sin escuchar y esperará –eso sí– la gorrita, la camiseta o la estupidez propagandística del partido en cuestión que le hizo esperar tres o cuatro horas al sol para comunicarle todo aquello que comentamos al principio. Olvidaremos que la labor primordial y esencial es la seguridad y la justicia, exactamente lo que ninguno cumple y todos prometen e imploraremos al Dios en el que creamos que no nos pase nada y extienda su protección a toda nuestra familia y conocidos. Al fin de cuentas terminamos culpándolo a Él ante la imposibilidad de juzgar a esos humanos innobles que aceptan el desafío pero que terminan jugando a la política y olvidando su deber y compromiso.
Se habla de “pacto ético”, sin darse cuenta que la ética está ausente de la política desde que la memoria tiene archivo y terminarán, por eso de no acusarse el uno al otro, por hacernos entender que lo que realmente no es ético, entra dentro de ese pacto anunciado que solo sirve como barniz electoral, aunque a poquito que se quiebre la capa de pintura terminan floreciendo los de siempre, los que llevan años actuando de forma innoble y buscando su provecho personal.
No hemos entendido que ningún político busca el bien común ni el bienestar colectivo ¡eso es mentira! El político, como todo ser humano, busca esencialmente mejorar su calidad y condiciones de vida y para ello cuenta con herramientas muy poderosas que demasiadas veces le hace olvidar que a pesar de lo legítimo del egoísmo, este no puede superar los valores ético-morales, ni pasar por encima del derecho de los demás. Es ahí donde delinquen miserablemente y se tapan unos a otros. ¿Acaso no saben todos los diputados quién es quién y lo callan?, ¿acaso no conocen todos los políticos que ciertas promesas son imposibles de cumplir, por múltiples factores? Al fin de cuentas es un club elitista donde cada cual silencia los abusos del otro en beneficio de que el otro también calla los de los demás ¡ese y no otro es el pacto “ético” que nos están proponiendo!
No hay voluntad política para casi nada que no se selle con el consenso de todos ellos. No hay ni siquiera tiempo para pensar en cerca de seis mil homicidios anuales y cien delitos diarios denunciados y parar un solo día el Congreso para de verdad discutir qué se puede hacer al respecto. No tienen ganas de casi nada que no sea medrar por sus propios, insignificantes y muchas veces corrompidos intereses y, lo peor de todo, el resto que somos millones, se lo permitimos. Ellos están mal, pero nosotros, como sociedad, como grupo humano, como electores, fiscalizadores y responsables, estamos mucho peor y dejamos, mucho más que desear que aquellos a quienes criticamos.
Así las cosas, comenzamos la carrera electoral ¿Qué gorra buscará usted?, ¿qué camiseta perseguirá?, ¿con quién querrá fotografiarse o estrechar la mano sin saber si está manchada de sangre? Hágase esas preguntas y marche a votar libre, decidida y conscientemente, lo demás es seguir construyendo el mismo basurero.
¿Qué gorra buscará usted?,
¿qué camiseta perseguirá?,
¿con quién querrá
fotografiarse o estrechar
la mano sin saber si está manchada de sangre?