por Sigfrido Lee
A pesar del presupuesto fiscal 2011 y de las tentaciones del año electoral, debemos ser vigilantes de recuperar la disciplina.
Las secuelas de la crisis económica-financiera de 2009 están lejos de desaparecer. Durante la misma, se reconocía que era la crisis más profunda por la que había atravesado la economía global desde la década de 1930. En 80 años el mundo no había pasado por una situación similar. Ya sabíamos que la recuperación no iba ser fácil, más bien, iba a ser larga y complicada, particularmente por el lado del empleo. Por otro lado, los distintos Gobiernos, particularmente de los países desarrollados, complicaron más la situación. Es importante recordar que, como situación extraordinaria, la crisis empezó en estos países. El mal manejo de la política fiscal, gastando más de lo que se tiene y por otro lado implementando políticas monetarias desordenadas fue el origen de todos los males. Sin embargo, la situación no terminó con reconocer el “pecado original”.
Las consecuencias fueron obvias: P.I.I.G.S. les llamaron en Europa. Por sus siglas en inglés, estos son Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España que, peyorativamente, se traduce como “cerdos”. Estos países fueron los primeros en darse cuenta que sus políticas económicas eran insostenibles y que tendrían que hacer ajustes mayores. Es más, países como Grecia e Irlanda incluso han tenido que salir a pedir “salvatajes” internacionales, cuales países “tercermundistas”. Sin embargo, incluso Inglaterra, Francia y Alemania, han tenido que hacer ajustes significativos para no caer en crisis similares, ajustando el gasto público. Es más, el Congreso estadounidense recientemente tuvo que hacer propuestas de ajuste al presupuesto nacional, que incluyen reformas importantes al sistema de pensiones, para garantizar su sustentabilidad.
¡Ah! Pero, esto no fue lo único. Aunque todos estos países “desarrollados” acordaron no implementar políticas contrarias al comercio mundial, sí implementaron políticas monetarias para promover artificialmente su comercio. Básicamente, iniciaron una competencia por depreciar sus monedas para que sus exportaciones fueran relativamente más competitivas e impulsar sus economías por medio del comercio internacional. El problema fue que todos implementaron esta misma política. Los instrumentos para corregir la crisis: expandir el gasto público, mejorar la competitividad de las exportaciones, en fin, corregirlo todo. Sobre el segundo, todavía falta mucho por ver. Para muestra un botón: el precio de la onza de oro, a principios del 2007, rondaba los US$650. A diciembre de 2010, había superado los US$1,420, precios verdaderamente históricos. La demanda por oro se ha disparado; la gente no quiere dólares ni euros, no son confiables.
“Ya nos lo decían las abuelitas: pan para hoy, hambre para mañana, y mañana implica años”.
Ahora bien, ¿cómo queda el resto del mundo? ¿Cómo queda Guatemala ante este escenario? Lamentablemente hemos sucumbido varias veces ante la tentación. Durante la crisis, tuvimos una política fiscal “ligeramente anticíclica”. Sin embargo, el gasto fiscal no retrocedió cuando esta terminó y, más bien, se sigue expandiendo de la mano de un cada vez mayor endeudamiento. La aprobación del presupuesto fiscal de 2011 no deja espacio de muchas esperanzas para que esto se corrija en el corto plazo. Lo importante es no quedarse de brazos cruzados, el mundo se desmorona y nosotros podemos hacer las cosas diferentes. Guatemala empezó la crisis de 2009 en una situación privilegiada, gracias a la disciplina fiscal de años anteriores. Esto demuestra que los guatemaltecos sabemos hacer bien las cosas y es importante retomar el rumbo. A pesar del presupuesto fiscal 2011 y de las tentaciones del año electoral, debemos ser vigilantes de recuperar la disciplina. De lo contrario, ya nos lo decían las abuelitas: pan para hoy, hambre para mañana, y mañana implica años.