Fue Comisionado Presidencial para la ejecución del programa de gobierno del Presidente Óscar Berger.
También fue ministro de Finanzas Públicas entre 1991 y 1993. Hoy, preside la firma IDC Asesores Financieros.
¿Cómo cree que debe afrontarse?
Los desastres naturales siempre dejan secuelas de vidas humanas y destrozos de infraestructura y en la capacidad productiva. La forma lógica de enfrentar esto es mediante el apoyo conjunto de la sociedad civil y el Gobierno por medio de un programa conjunto que delimite con claridad las prioridades en el período de emergencia y en la posterior reconstrucción, así como la necesidad de un mayor presupuesto para prevención de desastres posteriores.
¿De dónde deberían agenciarse los recursos?
Toda crisis requiere de respuestas múltiples. Los recursos deberían provenir de una reorientación de gastos, de una ampliación presupuestaria y de la contribución extraordinaria de los ciudadanos. Lo importantes es no politizar la crisis ni la ayuda de emergencia, lo cual facilita los acuerdos para el período de reconstrucción.
¿Cree que es factible la emisión de un bono como lo ha planteado el Gobierno?
En ocasiones anteriores, ante desastres de gran magnitud, como el terremoto de 1976, se utilizó este mecanismo. Para ser viable se requiere de unidad entre Gobierno y sociedad civil. De no existir es muy difícil lograr la voluntad política para su aprobación e implementación. Todo aporte extraordinario requerirá un mecanismo de transparencia adicional en la ejecución presupuestaria.
¿Qué tanto se puede recurrir al endeudamiento externo?
Esta es la salida más fácil. Los mercados financieros internacionales se enfocarán más en el nivel de deuda externa del país -que todavía es bajo-, y en la tasa de interés de los bonos, que en el programa de reconstrucción. Puede colocarse en estos momentos de liquidez. Es importante, sin embargo, la creación de un comité multisectorial para velar por el buen uso de los recursos.
¿Cómo reorientar una buena parte del presupuesto para atender esta reconstrucción?
En estos momentos el presupuesto público ya está desfinanciado. El Gobierno no puede seguir pretendiendo gastar en toda su variedad de programas y, a la vez, aumentar el salario de los empleados públicos sin elevar el nivel de los ingresos tributarios. De continuarse con la tendencia existe la posibilidad de poner en un serio aprieto las finanzas públicas en el mediano plazo. En el caso de las familias o empresas desfinanciadas, siempre hay un ajuste en el gasto, pero esto no parece estar en la agenda de las autoridades actuales.