Guatemala tiene que buscar nuevas fuentes de energía renovables para depender menos de combustibles fósiles y, así, volver más competitiva la producción industrial.
Hace algunos meses leía en los medios internacionales como Paraguay, Bolivia, Venezuela y Brasil, sufrían unas de las sequías más importantes en su historia reciente. Las “travesuras” del niño, como le llamaron varios periodistas en alusión al fenómeno natural que azota a Latinoamérica por el cambio climático, había dejado vulnerable a muchos de estos países, ocasionado así racionamientos energéticos y, por ende, encareciendo la producción y el consumo eléctrico.
Por la lejanía de estos países con respecto a nosotros, uno quisiera pensar que Guatemala está exenta de situaciones tan drásticas como estas, pero la realidad es que ahora estamos viendo que con la llegada del verano, el calor lo estamos sufriendo igual, pero también iguales son los incrementos que estamos viendo en nuestras facturas eléctricas, sin estar consumiendo más.
Esto suena irónico, cuando al igual que muchos países latinoamericanos, en Guatemala tenemos recursos prácticamente ilimitados que no hemos sabido aprovechar para beneficio de todos y, en cambio, preferimos seguir dependiendo de otro tipo de energías más tradicionales que contaminan más y son aún más caras, lo cual nos vuelve un país menos competitivo.
La razón de esto se debe a que en gran parte, el tipo de tecnología bajo el cual funciona el parque de generación sigue utilizando combustibles de tipo fósil, los cuales en los últimos meses han subido de precio. Adicionalmente, la baja precipitación pluvial que se ha tendido desde el año 2009 ha limitado la generación con plantas hidroeléctricas y no se han hecho esfuerzos suficientes para desarrollar otro tipo de generación.
Sin embargo, para depender cada día menos de este tipo de combustibles es necesario que el Gobierno tome acciones que promuevan un cambio en la matriz energética del país y aprovechar así su potencial de energía renovable en un mediano plazo. En la actualidad, la inversión para generar con motores es menor a la requerida para utilizar fuentes de energía renovables ya que estos se colocan cerca de las líneas de transmisión, con lo cual se reduce el costo de llevar la energía generada a las redes de transmisión, mientras que las hidroeléctricas deben ubicarse donde está la fuente y luego construir la línea de transmisión para poder vender el servicio.
Por otro lado, es importante fortalecer la institucionalidad del sector eléctrico, compuesta por la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE), el Ministerio de Energía y Minas (MEM) y el Administrador del Mercado Mayorista (AMM), para que la ley se aplique de forma técnica y objetiva, promoviendo así un desarrollo sano del sector eléctrico. Hay que recordar que el sistema eléctrico guatemalteco es un modelo basado en costos, por lo que si bien reconocemos la labor que Carlos Colom, presidente de la CNEE, ha realizado a cargo de esa institución, éste debe de velar porque se opere basado en costos reales, para que el precio de la energía tienda a bajar.
No obstante, mientras no se fortalezca el sistema, los industriales continuaremos aplicando medidas para hacer un uso más eficiente de la energía para reducir costos, mejorar la productividad y, al mismo tiempo, ser más amigables con el medio ambiente. De igual forma, como Cámara de Industria de Guatemala seguiremos apoyando a las empresas desde el Centro de Producción más Limpia, para asesorarlas y capacitarlas en la utilización más eficiente de la variable energética para su beneficio y de Guatemala.
Quizá no hemos llegado al momento de tomar medidas drásticas para racionar el consumo energético pero el país no debería llegar a esas circunstancias para darnos cuenta de la necesidad que tenemos de desarrollar nuevas tecnologías, aprovechando todo nuestro potencial.
Javier Zepeda
Director Ejecutivo Cámara de Industria de Guatemala