Edgar Navarro, coordinador general de la Comisión Regional de Interconexión Eléctrica, advierte que entre marzo y junio, inevitablemente habrá alzas en las tarifas eléctricas debido al bajo nivel de los embalses de las hidroeléctricas. Recomienda al sector industrial, negociar contratos con los generadores que les permitan mejores precios.
Industria y Negocios
Actualmente el parque generador eléctrico de Guatemala se compone aproximadamente de un 60 de fuentes térmicas y 40 por ciento de fuentes renovables (mayormente hidráulico). ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de esa composición?
Obviamente esto tiene un impacto en los costos para el consumidor final, pero creo que deberíamos sopesar con la importancia de tener un parque como este. La parte negativa es la vulnerabilidad o la volatilidad de los precios de la electricidad porque el insumo (petróleo y sus derivados) está sujeto a los vaivenes de una bolsa de valores internacional. Por otro lado, la mayor parte de la energía renovable se genera con agua pero también tiene el problema que, en épocas secas, no tenemos las cantidades que se necesitan o en el momento oportuno. Entonces, lo ideal es que el parque de generación esté compensado de forma tal que permita tener un balance.
¿Cómo se podrían evitar los efectos en el medio ambiente de la generación térmica, que tanto se cuestiona?
Hoy, en el tema ambiente se cuestiona cualquier forma de generación eléctrica; no podemos hablar que los combustibles fósiles sean la única forma cuestionada, se cuestiona todo. En el caso de las hidroeléctricas se critica a su impacto ambiental, daño a los peces, efectos sociales, que cambian los microclimas, etcétera. De lo que deberíamos hablar hoy es cuál es la fuente energética que causa menos impacto y que nos permita generar el servicio de una forma más amigable con el ambiente; ese es el reto.
¿Cómo evalúa los esfuerzos que se hacen a nivel gubernamental por cambiar esa matriz que se tiene?
Guatemala está haciendo un esfuerzo importante en ese sentido, fomentando más inversiones para estimular la generación hidráulica y la que proviene de carbón, que es un derivado fósil térmico. El carbón, también tiene sus críticas ambientales pero la tecnología permite minimizar su impacto, a extremos que en algunos casos ha sido reducido a cero. En este sentido, es difícil decirlo, pero creo que el consumidor todavía no tiene la cultura o educación en torno a que un menor impacto ambiental significa un mayor precio en la tarifa final; ese es el tema. Por consiguiente, se nos presenta la disyuntiva si lo que queremos es un buen precio final “barato”, contra un ambiente limpio, amigable.
¿Qué puede esperar el sector industrial para los próximos meses, tomando en cuenta que la mayor hidroeléctrica, Chixoy no tiene los niveles de agua esperados?
No hay buenas noticias para la industria porque la generación hidráulica está en sus niveles históricos más bajos. Lo único que podemos esperar son ajustes en los precios, por un impacto directo en los costos de generación.
¿Cómo podría la industria atenuar esas alzas que usted menciona?
Lo puede atenuar si tiene contratos establecidos con las distribuidoras o generadores directos. Un contrato con generadores beneficia porque se evita el pago de algunos peajes y porque no utiliza las líneas de distribución. Y si está conectado a una línea de distribución, un industrial puede buscar la forma de hacer la inversión para salirse de esa red y pasarse a la red de transmisión. Originalmente significa una inversión fuerte pero a la larga le significa un ahorro importante.
¿Cuáles serán los meses más críticos para este año y que traerían consigo alzas en las tarifas?
Marzo, abril, mayo y junio. En estos meses vamos a notar incrementos en los costos de generación que no necesariamente se van a ver reflejados inmediatamente, sino después. A la industria quizá le lleguen esos aumentos con un mes de desplazamiento.
¿Por qué se verán estos ajustes?
Porque no hay suficiente agua en las represas. Es oportuno explicar que los costos finales de la energía se derivan de un mix que forman la generación hidráulica con la térmica y la de otras fuentes. Cuando hay suficiente agua, el costo de la generación hidráulica pesa más, pero cuando las represas no tienen la suficiente cantidad, incide menos en la tarifa del consumidor o del gran usuario pues se recurre a las otras fuentes energéticas.
¿Qué recomendaría usted al sector industrial para tener un impacto menor por el alza en las tarifas?
Lo que yo recomendaría a la gran industria es firmar contratos con generadores térmicos o con los que producen el fluido a base de carbón, como Duke Enrgy que entrará a funcionar este año y aportará alrededor de 90 megavatios. Los contratos permiten eliminar el factor de inseguridad. Pero tenemos que tener bien claro que en este sector el costo más caro es el de aquella energía que no se tiene, y una industria sin electricidad no es industria.
Mucho se habla que Guatemala tiene las tarifas más altas de Centroamérica, ¿cómo se explica esto?
Las tarifas no son un parámetro de comparación entre los países. Cuando se hace una comparación en este sentido, lamentablemente se parte de premisas falsas, no porque los precios fijados no existan, sino porque incluyen algunos componentes que no nos permiten decir que en un país sean más altos o más bajas. Por ejemplo, aquí puede que la tarifa sea de Q1.50 por kilovatio y que en El Salvador sea el equivalente a Q0.75, pero tendríamos que determinar si es la misma comparación, pues hay un abanico de tarifas. Se habla de tarifas sociales, de baja tensión, simple, media, en pico, de alumbrado público, etcétera. También se debe evaluar que muchas veces el costo final lleva implícito un componente de subsidio, como ocurre en Costa Rica, país que tiene una mayor generación hidráulica pero que, por tal razón, también sufre casi todos los años, al extremo de llegar a racionamientos, con lo que la industria se ve obligada a usar el precio más alto, que es “no hay energía”, a menos que use plantas propias pero obligándose a tener una inversión muerta.