A la mitad del segundo año de com plicaciones ec onómicas y financieras a nivel mundial, una de las grandes preocupaciones a nivel local ha sido, la situación presupuestaria del Gobierno que se resume simplemente en que el dinero no alcanza.
Según informes del Ministerio de Finanzas Públicas, los ingresos estimados con relación a lo esperado podría llegar a Q7,500 millones menor a lo previsto. Las implicaciones macroeconómicas de un potencial déficit de las dimensiones esperadas son ya de suficiente preocupación. Sin embargo, el panorama de un aparato público que simplemente se detiene ante la insuficiencia de recursos genera muchas preocupaciones prácticas: cómo atender un problema de salud, como el de la gripe AH1N1, sin medicinas; será posible hacerle frente a la delincuencia con patrullas sin gasolina; y así muchas otras.
El Gobierno plantea como única solución factible, en estos momentos, aumentar impuestos a través de la Modernización del Sistema Tributario Indirecto y Aduanero y contratar más deuda por medio de la emisión de Q1,800 millones de Bonos y nueva deuda pública por otros Q1,200 millones.
Como en cualquier familia, empresa o ente, ante una caída de los ingresos, lo que procede es una revisión de los gastos para adecuar los mismos a la realidad y priorizarlos, para atender las principales necesidades, cuidando celosamente cada Quetzal gastado. La pregunta inmediata es, si el Estado debe o no seguir un patrón de comportamiento similar o bien, por su naturaleza, es consecuente que pida a los ciudadanos que hagan un esfuerzo adicional, para que pueda, el Estado, seguir gastando como lo había planificado, haciendo caso omiso a la realidad económica; incluso aunque los supuestos para elaborar el presupuesto hubieran cambiado sustancialmente.
Al respecto, es importante revisar los supuestos utilizados por el Gobierno cuando elaboró su presupuesto para el año presente. Es evidente que las variables que utilizó para justificar los ingresos a recibir estaban sobreestimadas. Estableció una meta de 4.6% de crecimiento económico en el proyecto de presupuesto 2009; a la fecha se espera que no sea mayor de 1%, en el más optimista de los escenarios. Lo mismo se puede decir de las tasas de importaciones y exportaciones que planteaban un crecimiento del 14.2% y un 15.5% respectivamente.
Esta previsión deficiente los llevó a sobre estimar una serie de ingresos tributarios muy por encima de las posibilidades reales. Por ejemplo, los ingresos por impuestos a los hidrocarburos, en el presupuesto se esperaba que fueran por Q1,150 millones y, ante las circunstancias actuales, hoy día se espera que sean de Q200 millones, es decir Q950 millones menos. Recordemos que el Presupuesto de Ingresos y Gastos del Estado mencionado se aprobó a finales de noviembre del 2008, mes en el cual hubo suficiente información sobre el deterioro económico, la cual, los hacedores de política pública debieron tener en cuenta y revisar sus estimaciones, para haber hecho oportunamente los ajustes, antes de que el Congreso aprobara el presupuesto, situación que no sucedió y que hoy está pesando mucho sobre las finanzas del Estado.
En general, con un simple ajuste de los supuestos, los ingresos fiscales debieron ser Q3,000 millones menos. A lo anterior, se debe agregar que en el presupuesto se incluyeron ingresos de una reforma fiscal que no se había aprobado, lo cual, de haberse revisado oportunamente, se hubiera evitado una sobre estimación de los ingresos.
Sin embargo, no sólo estamos hablando de una sobreestimación de ingresos, también sucedió lo mismo con los egresos. Ante la expectativa de ingresos fiscales tan bondadosos, el Gobierno incrementó para el 2009 en 17% sus gastos respecto al año anterior. Lo cual tampoco es censurable por sí solo, si se esperaban mayores ingresos. Por lo tanto, la caída en la recaudación es derivada de una inadecuada planificación y por lo tanto el nivel de gasto debe ser revisado para que responda a la realidad. En caso contrario, será la población la que pagará indirectamente las consecuencias de diferentes formas.
No dudamos que los programas del Estado, pueden ser justificables, incluso deseables, pero si no se tiene el dinero y si todos los guatemaltecos se tienen que apretar el cinturón por la difícil situación económica, deben revaluarse.
Finalmente, decir que la solución a la problemática fiscal actual está en aumentar los impuestos y la deuda pública, sólo conllevará a una mayor inestabilidad y a profundizar la crisis al castigar a los sectores productivos. La evidencia demuestra que es el crecimiento de la actividad económica el principal motor para el incremento de los ingresos tributarios. En ese sentido, diversos sectores han presentado propuestas para dinamizar la economía guatemalteca.
Cámara de Industria, presentó desde finales del año 2008 a las autoridades de Gobierno una propuesta para la reactivación del mercado interno, con el propósito de generar mayores ingresos tributarios, crear una competencia leal entre empresas, preservar el empleo, crear nuevas oportunidades de trabajo y mejorar la competitividad del país. Hoy, al igual que hace medio año, estamos dispuestos a colaborar para reducir los efectos negativos de esta crisis económica. Nuestro compromiso con Guatemala y los guatemaltecos, para construir un país más competitivo y productivo, en el que todos encontremos oportunidades para nuestro desarrollo, es lo que nos anima a proponer y comprometernos con nuestras propuestas