Por Iris Ibeth Pérez
Revista Industria y Negocios tuvo la oportunidad de conversar con la Jefa del Ministerio Público, Thelma Aldana, en uno de los momentos más álgidos de su gestión: la caída del entonces presidente de la República de Guatemala, Otto Fernando Pérez Molina.
Es el viernes 4 de septiembre de 2015, a dos días de las elecciones generales, en una semana de muchas sorpresas para los guatemaltecos, pues días antes un juzgado había girado orden de captura contra el Presidente de la República. Esa misma noche él renunció al cargo y a primera hora del día siguiente el Organismo Legislativo aceptó su dimisión. Por cierto, transcurrieron un par de horas en las que el país no tuvo presidente.
Ingreso a las instalaciones del Ministerio Público, ubicadas en el barrio Gerona, zona 1. Parece un día normal. Agentes fiscales entran y salen de la oficina de la Fiscal General, Thelma Aldana, “la dama de hierro” como es conocida. Espero junto a otro periodista internacional, ya que los reporteros viajaron de todas partes del mundo para entrevistarla. Guatemala está en el ojo del huracán.
A las 11 con 30 minutos espero mi turno, momento en el que Pérez Molina declara ante el juez: “No pertenezco a la línea (…) que se haya descubierto esa red criminal de defraudación es un punto importante, no lo estoy negando, más bien felicito al Ministerio Público por la investigación”.
Cuando entro a su despacho, transcurren algunos minutos para que aparezca la funcionaria, por cierto, electa por el mismo Pérez Molina. Con un tono serio, pero elegante como de costumbre, me invita a tomar asiento e iniciar la entrevista.
¿Cómo ha sido su gestión durante los 16 meses en el puesto?
Sin dudar, dijo: “Ha sido intensa”. Noto en sus palabras seguridad, pero también ese cansancio que dejan jornadas extensas; enseguida explica: “Ha sido una gestión de mucho trabajo, de tratar de convertir al Ministerio Público en un ente más activo. Encontré un poco de pasividad y creo que los fiscales y las investigaciones requieren más trabajo de campo que de escritorio. He recorrido casi todo el país y hallé, particularmente en el interior, mucho abandono de las fiscalías y he tratado de apoyarles”, comenta.
¿Y las fortalezas? repregunto:
“La fortaleza más grande son los fiscales, sin lugar a dudas, personas que trabajan intensamente. Por ejemplo, los operativos pueden empezar a las 3 de la mañana, y la población solo mira cuando están detenidas las persona, pero hay todo un trabajo de preparación e investigación”. Hay mucho compromiso, expone de forma contundente. “Lo único es quitar esa pasividad de algunas persona para que realmente sea una institución dinámica”, argumenta.
¿Ha pensado en alguna depuración?
Es mi pregunta, cuando casi me interrumpe para recusar: “No puedo hablar de depuración, cuando hay 4,500 trabajadores y quizá haya un grupo reducido que no cumple a cabalidad con su función. Lo que hice fue crear una Fiscalía de Asuntos Internos, para que cualquier persona, fiscal o administrativo, que esté en actos anómalos, sea investigada”.
¿Y las debilidades?
“Sí, claro”, señala enfáticamente: “Primero la Ley Orgánica del Ministerio Público. Presentamos una propuesta conjunta con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –Cicig-, la cual básicamente ayudará a crear la carrera profesional y fortalecer el Sistema Disciplinario, mediante la creación de una Junta de Disciplina Fiscal”.
“Otra limitación es el presupuesto. De tres años para acá es el mismo, y hay que estar de mes en mes en un ruego permanente al ministro de finanzas, en turno, para que entregue la cantidad asignada”, indica, mientras con sus gestos lamenta la situación.
Aproveché para indagar sobre un rumor: ¿Ese retraso tendrá que ver con la lucha que se emprendió en contra de algunos funcionarios del Ejecutivo?
Casi trata de sonreír, pero guardando siempre la compostura, sostiene: “Me han preguntado eso. Como abogada respondo: la mala fe, la tengo que probar y la buena fe, se presume. Entonces, en este caso, yo tengo que presumir buena fe, porque la mala fe no la puedo probar”.
Se ha emprendido una lucha intensa contra altas esferas de gobierno, ¿cuál es la importancia?
“Recordemos que la corrupción afecta a las personas más pobres, afecta los servicios básicos para la población, afecta la moral ciudadana. Además, la corrupción va de la mano con el crimen organizado, el narcotráfico y también favorece otras formas de la criminalidad”.
¿Cómo se puede evitar o prevenir la corrupción?
“Lo más importante es la voluntad política”, enfatiza. ¿La voluntad de quiénes?, se pregunta, y al mismo tiempo responde: “La voluntad del Presidente de la República, del Vicepresidente, de los ministros, directores generales, jefes de las entidades y también la participación de la empresa privada. Hay un cohecho activo y uno pasivo, quien lo ofrece y quien lo recibe. Así que la corrupción siempre favorece un interés privado, particular, por ello debe de involucrase la empresa privada y la sociedad”.
Ya que abordó el tema de la empresa privada, se ha hablado de la línea dos ¿Cómo van las investigaciones?
”Hemos detenido a nueve personas, de once sindicadas, que están relacionadas como empresarios de esta red criminal. No podemos sacar una lista para complacer a determinadas personas, sin que tengamos las pruebas o la evidencia de su posible participación. Estamos todavía investigando y si encontramos más empresas, aunque sean sólo vendedoras de sandalias, las vamos a poner a disposición del juez. Nuestras investigaciones son objetivas y con responsabilidad”, apunta Aldana, de forma seria.
Y prosigue: “Entonces, no podemos acarrear con el prestigio de una empresa, si no tenemos la evidencia para sostenerlo ante un tribunal. Algo más, hemos encontrado empresas de cartón ligadas a esta estructura criminal y es una corporación de empresa, pero son ficticias”, al repreguntar, Aldana insiste en que todavía investigan y no revela más detalles.
Entre otras preguntas, finalizo tratando de saber el significado personal de su labor.
Es lamentable, acentúa con sus gestos. “Yo siempre he manifestado que me preocupó, y me sigue preocupando, el hecho de tener que proceder, en un proceso penal, contra un presidente, de una vicepresidenta, contra funcionarios del más alto nivel. Puesto que ellos son los llamados a ser la garantía de transparencia y el uso adecuado de los recursos del Estado. Entonces, es una preocupación muy grande y no quisiera que se volviera a repetir.
Cumplidos los 30 minutos, agradezco su tiempo. No me despido sin antes pedirle una fotografía. ¿En qué lugar de su oficina se identifica más, para retratarla?, pregunto. Con certeza se levanta, y se postra frente al ventanal, donde hay varias macetas. “¡Me gusta la naturaleza!” -exclama- “cuando llegué, esto no tenía vida”, dijo. No sé si la última frase fue ironía, pero los resultados del actual Ministerio Público sí están a la vista.